PALABRAS QUE ROMPEN CADENAS
Por Gabriela Barrios // El ambiente está tenso. La luz parpadeante del pasillo apenas ilumina los rostros ansiosos que se amontonan en la reja. Las mujeres pegan la cara a los barrotes fríos. Tratan de entender qué sucede aquella noche. Los susurros se multiplican y crean un murmullo. El eco de un sonido seco y repetitivo resuena en las paredes. Un ruido perturbador, como el de alguien asfixiándose, quiebra la noche. Las mujeres se miran entre sí y hacen preguntas sin respuesta, mientras el miedo se apodera de cada rincón. Nadie sabe con certeza qué está ocurriendo, pero todas sienten la misma inquietud, la misma opresión en el pecho. De repente, aparece una figura imponente que se destaca en la penumbra. Se dirige con determinación a la celda. Hace un movimiento brusco. —Ustedes, sin tele. Ordena. Es la encargada del pabellón. El chapón metálico al cerrarse resuena como un trueno en el silencio. Se irá unos minutos y, cuando vuelva, va a hacer que salga Acuña, una de las re...