CUESTIÓN DE FE



Por Rocío Herrera //

Empiezan a sonar las sinetas, unas campanas en forma de candelabro. Siguen los tambores. Una especie de música ritual de origen portugués, llamada puntos, inicia la sesión justo en el momento en que las entidades comienzan a llegar al cuerpo de los hijos de religión. 

En esta ocasión, los encargados de tocar los tambores son tres hombres. Saben perfectamente cuáles son los puntos y el orden de llegada de cada entidad. De esta manera se los invoca. Mientras tanto, los cuerpos giran al ritmo de la música en el centro del lugar.

Gabi ya está incorporada. Es la anfitriona de la fiesta. Tiene puesto un vestido grande similar al de una quinceañera. De color turquesa y unas flores en la cabeza con una tiara brillante que simboliza la realeza. Ahora es Pombagira Da Praia, en traducción del portugués significa “desde la playa”. Es considerada una guardiana del amor. 

Cuenta la historia que se enamoró de un joven marinero mientras caminaba por la playa. Días previos al casamiento, el joven fue llamado a una misión en altamar. Ella le prometió esperarlo todos los días en la orilla hasta que regresara. El barco del amado se hundió y jamás regresó. Sin embargo, a pesar del corazón roto, cuentan que ella lo siguió esperando.

Mientras las almas llegan a tierra, hay personas encargadas de asistirlos. Cada uno tiene sus objetos propios. Las bebidas, los cigarrillos y el perfume son fundamentales para este tipo de rito. También, algunos tienen bastones o sombreros dependiendo las necesidades del espíritu.

Lucía es una de las primeras hijas en incorporarse. Ahora se hace llamar Pombagira Cigana. La vestimenta es similar a la de una gitana. Un caderín de monedas le rodea la cintura. Tiene una pollera larga de siete colores diferentes y un pañuelo en la cabeza. Por lo general, la mirada suele estar cubierta porque la luz puede reflejar como era el rostro al morir.

El ritmo del ritual es guiado en todo momento por los tambores. Luego de unos minutos, con todas las entidades en el lugar es hora de tomar un receso. La música se detiene por un período de tiempo. Todos salen al patio del templo. Los invitados aprovechan para hablar con las entidades. Para eso asisten.

En un momento dado, Pombagira Da Praia se aleja de la multitud y detrás de ella dos mujeres muy jóvenes. Una de ellas se acerca y le besa las manos. Pombagira la invita a tomar de una copa, que contiene champagne. En ese instante, le sugiere que se mentalice en las peticiones. La conversación se extiende por unos minutos. El rostro de la joven parece cubrirse de lágrimas. 

Una vez retomada la celebración, cada entidad se ubica en su lugar. A partir de ahora toman el ritmo del ritual, siempre al compás de la música.

Pombagira Da Praia le marca las primeras estrofas de un punto a los tamboreros. Ellos responden siguiendo con el tema que la entidad marcó. Todos comienzan nuevamente a danzar, cada uno tiene pasos predeterminados. Las sinetas empiezan a sonar y la gente allí presente acompaña aplaudiendo. Así se repite con cada uno. 

En un costado, un grupo de personas hacen una pequeña ronda. En el centro está un hijo de religión intentando incorporarse. Es nuevo en el umbandismo así que los demás colaboran para que la entidad llegue a su cuerpo. Cantan, danzan e incitan al llamado del espíritu mientras el muchacho empieza a girar. Al final, el alma logra ser parte de este plano. 

Las entidades se van despidiendo, ya que pueden estar en la tierra solo un tiempo. Se acerca a saludar al cuarto de Exus llamado Aruanda. Ese es un lugar exclusivo para las entidades y los miembros del templo, de lo contrario no se puede ingresar.

Saludan y comienzan a girar. De manera lenta, las entidades se retiran hacia afuera donde está el cuarto. Se desprenden de los cuerpos de los hijos religiosos y cada uno vuelve a tener conciencia de sí mismo. Para ello tienen que tomar un sorbo de agua para reponerse. 

La última en despedirse es Pombagira Da Praia, como toda líder. Da unas palabras finales. Mientras los hijos están sentados alrededor escuchando atentamente y frotando sus manos para recibir el axé, la energía de bienestar que se derrama.

***

Hay que preparar el templo y las ofrendas para la fiesta que está por venir. Para eso hay que tomar las velas compradas y seleccionarlas por color. Cada uno simboliza un santo. La vela amarilla representa a la mae Oxum, la celeste a Iemanjá, la blanca a Oxala y así con todos. Mientras, van preparando los frentes para ofrendar en pedido y agradecimiento a cada santo. 

A las ofrendas se les agrega la pipoca, o como los conocen todos, los pochoclos. Representa abundancia. Es el elemento fundamental que expresa todo para esta religión.

¡Llegueee! ¡qué caras que estaban las velas!

Hola Mae, ¿cómo te fue?

Malala pregunta mientras entrelazan y besan la parte dorsal de la mano. Tienen esa forma particular de saludar. 

Bieen, tuve que ir hasta Liniers de lo caras que estaban - contesta Gabi- las necesito para hoy que hay fiesta. 

Malala y Gabi empiezan a limpiar el templo, las piedras y las imágenes de los santos, aunque no son muchas. Para ellas, las estatuillas podrían resultar chocantes para los visitantes, a la mayoría los inhibe y hasta les provoca temor. Tienen las necesarias y son las que se muestran en una iglesia católica, pero con otros nombres y significados.

¿Qué es la religión para vos? - pregunta Malala muy intrigada.

A mí la religión me dignificó, sobre todo como persona. -cuenta Gabi en tono reflexivo-.

Silencio. Ambas sabían de qué hablaban. 

Mientras están preparando el lugar para la fiesta, Gabi le va enseñando sobre lo que representan las piedras que allí aloja.

Los Orixás son santos de luz, fuerza y pureza de la naturaleza. Habitan en las piedras, brindan energía y descansan en un lugar llamado cuarto santo. Allí, también hay cuartinha, llevan agua representando la purificación del santo, en símbolo a la vida del hijo de Orixa. 

Para los religiosos afroumbandista existe un Orixa en la cabeza, cuerpo, pasaje y pie. El de la cabeza es el que rige. Ellos creen que los santos se originan con cada uno en el día del nacimiento. Ya está marcado. Es un ángel de la guarda que acompaña el camino cada día. Y lo pueden identificar, muchas veces, con las actitudes de las personas, la forma de vestir y transitar las emociones.

Gabi es una mujer transgénero, Mae de 43 hijos religiosos. Es la madre y guía espiritual de todos ellos. Tiene la casa siempre ocupada. El templo es su hogar. Pero no un templo como cualquiera. Es un espacio luminoso con pocas imágenes religiosas a la vista. Si asiste mucha gente tiene un patio exterior donde realizan las sesiones. Es más similar a un lugar de eventos. La finalidad de esta elección, según Gabi, es crear un ambiente de contención y acompañamiento. 

De alguna manera quería devolver todo lo que a ella le brindaron en algún momento. Si bien, se estima que existe un número mayor a quinientos templos en el país, el templo de Gabi no aparenta serlo a simple vista. Esa es la idea. Está ubicado en el partido de La Matanza, en el barrio que limita entre las localidades de González Catán y Laferrere. 

Los santos están resguardados detrás de una cortina dorada y blanca. Solo los muestra en ocasiones especiales, como batuques o serones. Al ser un lugar espacioso entran más de cien religiosos.

El patio del templo tiene varias macetas que lo rodean. Las plantas son decorativas. La finalidad principal es resguardar las ofrendas que le hicieron a los santos en las obligaciones. Son días en los que los hijos religiosos deben quedarse en suelo -el templo- y alimentar a las entidades. En el fondo, por debajo de la tierra, está enterrado un toro. Animal que fue sacrificado hace unos años para “dar de comer” a un espíritu llamado Exu.

La umbanda tiene como herencia a las religiones africanas. Traídas a América, casi en el mismo momento en que los conquistadores pisaron tierra firme, con la llegada de los africanos esclavos se convirtió en una creencia, pese al rechazo de la iglesia católica. 

A pesar de que existen debates, se consolidó como religión umbanda en Brasil durante el siglo XX. Se introdujo en Argentina a partir de 1960 con la llegada de inmigrantes de Brasil y Uruguay. 

Gabi conoce la religión desde muy pequeña. Actualmente tiene 39 años. Ex prostituta que a sus 12 vivió en la calle por un largo período porque su madre lo echó de su casa. Ella no soportó la idea de que él ya no quería ser un varón. En medio de la soledad, una melodía de tambores captó inmediatamente su atención. Un Pae la rescató y le brindó contención. El templo umbandista se convirtió en un hogar y el estilo de vida que la escoltará de aquí en adelante. 

***

Gabi le recuerda a Paola que hoy a las 22 habrá un corte de Exu en el templo. Llaman así al sacrificio de un animal para darle de comer a una entidad. Es un pedido de entregar vida por vida y brindar energía. Siempre tiene un fin específico y no se realiza en cualquier ocasión.

A las 21.30 comienzan a llegar todos sus hijos religiosos y algún que otro invitado. Este ritual es muy íntimo y, por lo general, participan solo miembros de la casa. El templo está ambientado especialmente para la ceremonia. 

En el centro del templo hay una manta roja. Una estatuilla negra con vestiduras también rojas. Hay varias ofrendas alrededor. Cada una pertenece un pedido en especial y sirve para alimentar a una entidad. Sin embargo, la petición comunitaria es para el pae Vara: “Abrir los caminos”.

Gabi llega al lugar. Luce un vestido muy elegante y voluptuoso, de pollera y corset color negro azabache, lleno de bolados y perlitas. Lleva consigo, también, una copa con bebida alcohólica y un bastón largo con un brillante en la punta. Todos los demás también están vestidos de negro. Este es el color característico de esta línea.

La ropa es muy formal. Los varones tienen pantalones de vestir, camisa y saco. Las mujeres de vestido y polleras largas, muchos brillos y elegancia. La distinción de género en la ropa varía generalmente por la entidad que incorporan y no tanto por el cuerpo material.

Empiezan a sonar las sinetas en símbolo de llamada a los guardianes. Se preparan las personas encargadas de tocar los tambores. Gabi es la Mae principal, dueña del templo donde se realizará el ritual así que coordina para que todo salga como debe. Mientras tanto enseña a los hijos cada paso a seguir. Ella es la guía.

Los tamboreros arrancan a entonar los puntos. En ese momento, los hijos de Gabi se arrodillan, cantan, aplauden y tocan el piso a golpecitos. Todo en pos de llamar a las entidades.

En un costado del patio está sentado el animal más importante que ha de sacrificarse en ese momento. Es un chivo grande, color negro y largos cuernos. Varios de los presentes no habían visto nunca uno similar. Sin embargo, no era el único. Tres cabritos chiquitos y algunas gallinas también serán parte del ritual.

Este tipo de sacrificios han sido objeto de controversia en la sociedad. La compra y venta de los animales suelen darse en lugares clandestinos. Es por eso que no hay datos específicos de la cantidad de animales que se venden por año. Pero la demanda radica en gallinas, chanchos y chivos machos.

El animal se sacrifica en un espacio íntimo, delante del cuarto de Exu. Hacen una ronda varios de los participantes. De fondo siguen sonando los puntos. 

Gabi ya no es ella, sino que es Pomba Gira da praia quien se incorpora en su cuerpo. Ahora agarra la faca muy cuidadosamente. Es especial para la ocasión, no puede ser cualquiera. De un minuto a otro, las manos pasan a estar cubiertas de sangre. Completamente rojas. Se derrama. La sangre viva del animal es alimento del espíritu. 

Tras el sacrificio, el integrante rodea el lugar con el animal en los hombros para bendecir el templo y a todos los presentes. Mientras tanto, las personas frotan las manos para recibir el axé y hacer las peticiones. En ese momento, las entidades comienzan a llegar a la tierra. 

Los hijos de Gabi limpian rápido con un trapo el piso manchado de sangre. Demasiado rápido.

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Los lunes Gabi recibe a algunos de sus hijos de religión para hacer la limpieza correspondiente al cuarto santo. Para realizar esta tarea deberían ir todos. Así está pactado. Pero, en esta ocasión, solo asiste Paola.

Son las ocho de la mañana, Gabi se levanta como todos los días y arranca la rutina. Ella dedica el cien por ciento del tiempo a la religión. Es su trabajo. El umbandismo forma parte de la cotidianidad. Paola no pudo faltar. Debe hacer la limpieza del cuarto porque allí se encuentran las obligaciones. Así se les llama a los sacrificios realizados para alimentar a los santos. La religión umbanda se divide en tres líneas: una es caboclo, otra Exu y, en este caso, la rama de los santos. 

Mientras tanto, Gabi se prepara para recibir al primer cliente. Los días semanales se encarga de la tirada de buzios, una adivinación de los ancestros africanos. Algunos lo llaman el tarot africano. Así obtiene una retribución monetaria con la que solventa los gastos diarios. 

Suena el timbre. Gabi atiende. 

-Hola, te estaba esperando.