LO QUE EL CENSO NOS DEJÓ

 


Por Patricia González //

— Muchas gracias por su tiempo. Busco a los vecinos de la casa de atrás ¿Podría avisarles? 

Son las 9 de la mañana del 18 de mayo de 2022. El día de Camila recién empieza. Tiene 24 años y 9 horas de trabajo por delante. Va a cobrar $6.500, pero no sabe cuándo.

— No. Estamos peleados. No me hablo hace mucho.

Todos están abrigados. Camila lleva puesta encima una pechera blanca y una bolsa de friselina. En sus manos, una pila de formularios y un lápiz negro. Le quedan 33 hogares por recorrer.

—El único timbre es el suyo y no tengo forma de avisarle.

Se queda callada. No hay ningún gesto tras su barbijo blanco.

—Lo siento señorita, pero no voy a llamarlos. ¡Adiós!

—Señor, por favor. Yo entiendo su situación, pero solo necesito que los llame.

—Señorita no es con usted el problema. Entienda que me hizo algo muy feo y hace mucho tiempo que no nos hablamos.

Camila no va a convencerlo. Solo tiene la dirección, el número de distrito y de fracción. No puede perder mucho tiempo. El hombre ya no está. Morador ausente.  Solo quedan 3 horas para relevar el estado del operativo.

¡Hoy se censa! Las calles del país están vacías. Es miércoles, pero los negocios permanecen cerrados. Le tocó la fracción 48 de Isidro Casanova, una localidad bonaerense del partido La Matanza. Su trabajo, al igual que el resto de los 650.000 censistas, es lograr que le contesten 61 preguntas. 

La escuela 132 es la base. A las 7 abrió sus puertas. Llegó Graciela, la jefa de fracción y sus 3 asistentes Nerina, José y Patricia. Cada uno con varios Radios a cargo. Los jefes de Radio están desde las 8. En un día cualquiera es una escuela primaria. Tiene un patio central rodeado de aulas. Una para cada Radio. 

A las 9 todavía faltan llegar muchos. Algunos se conocen. Se habían visto varias veces en las capacitaciones. Para otros, hoy es su primera vez. 

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 —¡Yo necesito más censistas! 

Es el segundo encuentro. Los jefes de Radio se reúnen en la Técnica 6 con su jefe de Fracción. 

— Fuimos a recorrer. Acá dice que hay 205 hogares y vimos más de 500. ¡Esto va a ser un quilombo!

A Francisco le toca el Radio 11. Villa Palito. Es docente de la 132. Nunca quiso participar, pero no se pudo negar. Su radio tiene asignados 6 censistas y le renunciaron 4. Necesita más de 20.

— Empezá ya a llamar a los que están en la lista de voluntarios. Si alguno tiene disponibles censistas se los pasa a Francisco. Yo voy a llamar a Jefatura para que me autoricen más en tu radio.

Ignacio es uno de los dos jefes de la fracción. Su responsabilidad es que todo sea censado.

—Ya pregunté, pero nadie tiene de más. Están renunciando un montón.

—Yo les mando la lista y fíjense que sean de la zona. Sino menos van a querer venir. ¿Todos tienen los 2 censistas suplentes? 

Falta poco para el censo. Falta gente y sobran casas. Se trabaja a contrarreloj.

—No quieren venir ni en pedo por 1500 pesos.

La tarea del censista suplente es estar de 9 a 18 horas en el colegio base. Si se necesita, sale y cobra $6500. 

— Como venimos, díganles que van a salir todos a censar.

El jefe de fracción es el nexo entre jefatura y el plantel censal. Está encargado de capacitar a los asistentes y a los jefes de radio. Explica los recorridos, los segmentos y la forma de organizar los materiales. Hay cajas c, p y u. Cada una trae formularios, planillas, y materiales covid-19. Al terminar el censo, los censistas llenan las planillas RCS y C1 de resumen. Los jefes de radio las R2 y, finalmente, los asistentes y jefes de fracción las planillas finales. Todo va organizado en cajas. El material sobrante también.

El Campus Virtual es el sitio donde hay material de lectura de cada puesto. Todos tuvieron que realizar las actividades para obtener el certificado con el 75% de respuestas correctas. En el sitio web Censo.pba están las cartografías y toda la información necesaria. 

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— Buen día, vengo por el censo.

Cada censista tiene una credencial con los datos personales y un QR para verificar su identidad.

—¡Hola! ¿Me dejás ver tu credencial?

Cintia le acerca su identificación a través de la reja.

 — Hice el censo digital. ¿Tenés stickers?

Censo número 12 en el país. Es la primera vez que se puede completar digitalmente. Así lo hicieron 23 millones de personas en todo el país. En Buenos Aires, más de 9 millones. 

—No me quedan. En un rato vuelvo al colegio y le traigo uno.

Al comienzo de la jornada le dieron solo diez. 

—Si no tenés sticker, no. Cuando lo tengas volvé.

Cintia ya censó diez casas. Quiere completar el último formulario que le queda. Está por volver para informar el avance del operativo.

—Señora el sticker es una marca para nosotros. Así, sabemos que el hogar está censado. A usted no le sirve para nada. Además, si ya lo hizo digital, ya está censada.

Los que se censaron digitalmente solo deben exhibir el código de censo digital y decir cuantas personas viven allí. El sticker se pega en la puerta. 

— Bueno, cuando tengas sticker, vení y yo te doy el código. Después me van a multar porque no tengo el sticker.

La resolución 34/2022, publicada en el Boletín Oficial, determina una penalidad mínima de $1.076,36 y una máxima de $106.799,35. No dice nada de estos casos.

No hay tiempo. Es mediodía. Hay que volver.

—Bueno señora no se preocupe que vuelvo después con el sticker.

—No vengas tarde. ¿No le podés pedir a un compañero? Decile que te preste uno.

—No tengo forma de comunicarme. No tengo el celular.

El celular era otra condición para poder ser parte del censo. Por la inseguridad, nadie lo llevó. Tiene que volver a la sede y ver si llegó más material. Se repartió lo que había. Como los formularios van a ser escaneados, el lápiz no puede ser cualquiera. Se cortaron a la mitad. Lo mismo con algunas pecheras. Las encuestas y los stickers no se pueden partir al medio.

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—¡Yo me voy a mi casa! ¡No quiero que me afanen!

Algunos censistas abandonan su tarea a mitad de camino. Falta seguridad en la calle. A medida que avanza la jornada empieza a haber grupos de jóvenes reunidos en las esquinas.

—Si te vas, te tengo que dar de baja y no cobrás.

La jefa del Radio 7 intenta no perder otro censista. Algunos, sin avisar, no volvieron al colegio.

—¡QuÉ me importa! Prometieron que iba a haber policía y no hay nadie. Prefiero no cobrar una mierda y no que me afanen o me maten.

Hubo que dar de alta a todo el plantel censal. Cada jefe habilitó a la gente a su cargo. Al comienzo abrieron tarea con un código de apertura. Otro censista menos. 

—Dame lo que te falta censar que salimos nosotras. 

Nerina y Patricia, como asistentes de jefe de fracción, hoy debían monitorear el avance del operativo en tiempo real con los datos cargados en la aplicación CensAR. Están en cero por ciento. Salen a trabajar.

                                                                                 ***

—Vayan llamando a todos. Ya son las 18.30 y tienen que estar acá.

Graciela es jefa de fracción y directora del colegio. Tiene que asegurarse que vuelvan todos. Hay que cerrar las planillas. Y cargar en el sistema.

—Nadie se llevó el celular. Los voy a buscar.

—Bueno vayan de a 2, ya es de noche. 

Falta mucho por hacer. La sala de profesores está repleta de cajas y papeles. En la mesa no entra ni un lápiz. Los jefes de fracción y sus asistentes esperan que llegue todo el material para cerrar el operativo.

—¡Todos los jefes de Radio al centro del Patio!

Mientras van llegando los censistas, Graciela aprovecha y reúne a su equipo en el mástil.

—Mandaron mensaje de Jefatura. Todo tiene que estar hecho en papel. Hayan usado el celular o no. No carguen nada más en la aplicación. Ahora hay que terminar todo en papel.

Hay muchas zonas del conurbano que no utilizaron la aplicación.

—Y no hay que cerrar ni las bolsas, ni las cajas.

Las directivas cambian. Queda mucho por relevar. Nada se da por terminado. 

                                                                                 ***

—¡Radio 7, 9 y 11 apuren a cerrar planillas!

La sala de profesores está tapada de material. Todos se apuran para entregar las planillas. Los asistentes y los jefes necesitan empezar a trabajar.

—Hay mucha gente en la puerta. Dicen que no fueron censados. Están recalientes. Dicen que tienen el sticker pegado, pero nadie pasó.

La vereda de la escuela 132 está llena. La gente se impacienta y quiere ser censada.

—Uh ¡La puta madre! Abrí que los censamos ahora. Hoy no volvemos a casa.

—¡Pero nos cambian todos los totales!

—¡Y sí! Pero a la gente hay que censarla. Era lo que había que hacer durante todo el día. Que pasen al aula de adelante. Los que terminaron que se pongan a censar.

El empuje de la mañana se transforma en agotamiento y el optimismo en malhumor. Algunos corren por el patio con papeles en la mano. Otros a los gritos llaman a los asistentes para pedir ayuda. Hay gente por todos lados. El piso lleno de basura. Las aulas colapsadas de papeles.

                                                                                 ***

—¡Otra vez! Mujeres 3, hombres 2, total 7.

Las cuentas no dan. Hay que corregir.

—¿Entonces los totales también están mal? ¡Voy a llorar!

Cada error modifica todas las planillas. Están agotados. Son las 9 de la noche. El colegio casi vacío. Solo la jefa de fracción y sus tres asistentes. La única luz encendida es la de la sala de maestros. Hay planillas embolsadas y otras sueltas en una mesa. No alcanzan las bolsas. Cajas y más cajas apiladas en el piso. Todas rotuladas a mano. Una mesa llena de pendientes de revisión. Todo el material sobrante debajo de una mesa. No hay lugar para caminar. Queda mucho por hacer.

—Hoy con suerte nos vamos a la una de la mañana.

                                                                                 ***

Son las 10 de la noche. En todos los canales de noticias la misma imagen. Un atril, un vaso de agua y un micrófono. De fondo, un banner azul con letras blancas que dicen “Censo 2022, Reconocernos”. Enfrente, lleno de periodistas. Desde la Casa Rosada, el titular del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), Marcos Lavagna, habla por tercera vez en el día. 

 —Fue un operativo muy normal. Mañana sabremos cuántos somos.