La otra cara de la salud mental

 


Por Valeria Villarroel //

Es pequeña. Por fuera, es una casa de dos pisos que no supera los 50 metros cuadrados. Sobre la pared, un cartel blanco con letras fucsia reza “Espejos cruzados”. Son las 9 de la mañana en la localidad de Moreno y un grupo de personas esperan ansiosos que se abran sus puertas. 

En el cabello de algunos, las canas son protagonistas. Otros, más alejados, escuchan música con los auriculares,  mientras que varios sentados en un banco charlan sobre lo caro que es poder comprar una computadora. 

Pasadas las 09:30, Paloma, que trabaja como administrativa, abre las puertas. Adentro, el desayuno los espera. Dos jarras con té y varios platos con galletitas están distribuidos en dos mesas de fórmica, ubicadas en el centro de la habitación, donde todo sucede. 

Algunos miran por las ventanas, otros entran y salen. Son 25. El desayuno es especial, allí comparten anécdotas y se relacionan. Pero también es su primera comida. 

Sentados uno al lado del otro charlan, mientras que Silvia, que es psicóloga social, y Paloma sirven él te. Desde afuera se escuchan las risas. A simple vista, hay amistades establecidas como la de Charlie y Eli, que son inseparables, pero hay otros que desayunan solos.  

“Espejos cruzados” es un hospital de día que trabaja desde hace 16 años por la reinserción en la comunidad de las personas con padecimientos mentales, a través de talleres ligados al arte. Es un dispositivo que brinda atención a personas mayores de 18 años y depende de la Dirección General de Salud Mental de Moreno. 

De vestimenta oscura, con una chalina que tiene detalles en broderie blanco y unos collares de vivos colores que complementan su atuendo, Ana es la capitana de esta nave. Al observarla, todos la aplauden y vitorean su nombre. A pesar de que el barbijo le cubre el rostro, el brillo de sus ojos es una muestra de su gratitud. 

Ana Garay es psicóloga social, psicodramatista y la directora de “Espejos Cruzados”.  Su cabello es como las estaciones del año, nunca permanece igual. Hay temporadas en las que esta rosa, otras verde, y ahora es de color azul con destellos en violeta, muestra de un espíritu joven y luchador. 

El lugar está lleno.  Con dificultad, Ana recorre la habitación, mientras acaricia las espaldas que quienes desayunan como muestra de afecto. En las paredes, varias pinturas decoran el sitio. Del lado izquierdo, un conjunto de banderines de colores con pies dibujados es un símbolo de lucha. 

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El evento nacional “Patas arriba” reúne a médicos y pacientes con  padecimientos mentales todos los 10 de octubre -Día de la Salud Mental- para visibilizar en la comunidad que la desmanicomialización es una alternativa efectiva al encierro crónico. 

En “Espejos Cruzados”, este paradigma cobra sentido por el sólido lazo entre pacientes y profesionales, y su propuesta terapéutica ligada al arte que los reinserta en la comunidad. 

Luego de desayunar, la clase de tango comienza. Silvia levanta las tazas, mientras que los varones toman las mesas y las apilan en un rincón. Las chicas, por su parte, mueven las sillas contra la pared para despejar la –ahora ̶ pista de baile. 

— Vamos a comenzar con el ejercicio de espejos en parejas ̶ les dice el profesor de tango, Marcelo Cisneros, mientras conecta su celular al equipo de música. 

— Profe, yo quiero hacer pareja con mi gordita ̶  expresa Charlie luego de tomar las manos de Eli. 

— Armen parejas como quieran, chico con chico, chica con chica, chica con chico ustedes se organizan ̶  le responde Marcelo con una sonrisa pícara. 

La melodía comienza a sonar y los pies se mueven solos. De fondo, suena “Las rubias taradas de New York”, una versión de milonga alegre y pegadiza. Parados uno frente al otro,  imitan los movimientos de sus compañeros. Mueven sus brazos, giran, dan vueltas, se maquillan el rostro, arreglan su ropa y el pelo. 

El escenario es una fotografía perfecta de una clase de teatro. No obstante, el elenco no está completo. Falta la pieza fundamental.  Entre palmas y palmas, los participantes claman por la presencia de Ana. Ella deja su oficina, baja las escaleras y se les une. 

Sin embargo, las historias cargadas de dolor y angustias también están presentes en “Espejos cruzados”. Mientras la clase de tango avanza, un joven al fondo de la habitación no pasa desapercibido. De unos 25 años, irrumpe con insistencia la clase para mostrarle a Marcelo y sus compañeros, una serie de dibujos. Se lo ve ansioso, en 10 minutos desayuno ya dos veces, y sigue dibujando muy concentrado. 

— Son situaciones complejas que tienen mucho sufrimiento y además, aparte de ser los “locos” y las “locas”, también hay una gran vulneración de otros derechos como el acceso a la vivienda, el trabajo, la comida y los tratamientos ̶ cuenta el psicólogo Juan Narbeburu

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 25 % de la población sufre algún trastorno mental o del comportamiento en el trascurso de su vida.  

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Inspirado en la obra  de Lewis Carroll, “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí”, el espejo es un objeto simbólico cuyo reflejo muestra otro mundo posible. 

— El significado especial es el que ellos le dieron. Lo que dijeron es que cuando  vienen a este espacio se encuentran con la palabra del otro, en la historia y en los miedos, por lo que es como mirarse en espejos ̶  señala Ana. 

Este escenario de fraternidad y contención que se percibe en “Espejos Cruzados”, sin embargo, convive con una serie de dificultades. 

Si bien la Ley Nacional de Salud Mental N°26.657, sancionada en 2010, obliga al Estado a destinar el 10% del presupuesto de Salud para ese sector, en el 2021 se otorgó apenas el 1,47%. Por esta razón,  los hospitales de día hoy están en riesgo de desaparecer, pese a su probada efectividad terapéutica.  

— Nosotros estamos estallados acá con 30 personas y el equipo nuestro. Ya no tenemos de donde sacar sillas o mesas, y con eso trabajamos todos los días ̶  cuenta Ana.  

En el cuarto donde preparan el desayuno, no hay cocina ni heladera. El agua se calienta en una pava eléctrica, mientras que en un pequeño estante se guardan los insumos para el desayuno. 

En “Espejos cruzados” desayunan todos los días, pero almuerzan una vez por semana. 

— Hoy comieron solo un sanguchito, el día de mañana vamos a tener una cocina, pero mientras tanto nos desenvolvemos con lo que tenemos y tratamos de optimizar los recursos ̶ sostiene Marcelo.

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El día de la primavera es el cumpleaños N°16 de “Espejos Cruzados”. Son las 10 de la mañana y en la guardia de Salud Mental del Hospital Luciano y Mariano de la Vega, un mural transforma el espacio a través del arte. 

Inspirado en el artista argentino Xul Solar, “El soñador de espejos” es una obra que fue realizada- de a turnos- con mucho esmero y entusiasmo por los pacientes, durante una semana. Se trata de un mundo utópico donde están sus mayores deseos: amor, salud, paz y derechos humanos.  

Según la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones, el arte permite recuperar aspectos singulares de las personas, romper con el aislamiento individual y generar vínculo con un grupo de pertenencia posibilitando la transformación de la posición paciente-pasiva en una participación activa.

El camino hacia la guardia de Salud Mental es corto y el pasillo, angosto. En una habitación de 5x5, más de 30 personas se amontonan para ver el mural.

Apoyados en la pared, Ana y los participantes sacan la tela que lo cubre. El impacto visual es fuerte. Desde el fondo, ya no se puede ver nada, manos alzadas con celulares pugnan por tomar fotos. 

̶— El “Soñador de espejos” es un lugar donde uno puede crear, jugar, divertirse y tener una visión diferente a la realidad. Los chicos desmitificaron la idea de lo que es la guardia, un lugar horrible ̶  explica Vanesa, la profesora de plástica. 

De regreso, en el hospital de día el escenario es puro color. Hay banderines, globos, un catering de comida,  equipo de sonido y hasta una banda en vivo. Apasionados por la música, los participantes toman el micrófono, cantan y bailan temas de rock nacional.

El predio está lleno. Familiares, personal de salud y gente de la comunidad acompañan el festejo. Cerca de las 13:30, una pastelera trae la torta. Ana reúne a los chicos y su equipo de trabajo: 16 velas se apagan. 

Luego, los chicos toman el micrófono y se lo van pasando para expresar sus sentimientos. 

— Muchas gracias por toda la ayuda que me dieron durante 11 años; dolores de cabeza, caprichos, pero gracias a dios entendí que cuando es no, es no. Muchas gracias Ana, por todo ̶  expresa Mery.

Ahora es el turno de Pedro que mira con emoción a Ana y le dice: 

— Ella me sacó adelante durante 8 años. Yo iba y venía, pero ahora, por mi hija, voy a cambiar.

También Milagros se suma y le da las gracias a Ana por toda la ayuda y enseñanzas brindadas. 

Entre lágrimas y abrazos, los chicos agradecen por todo el amor recibido. Pacientes y profesionales forman una gran familia. 

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Es viernes y en “Espejos Cruzados”, hoy más que nunca, “Late un corazón”. A las 15 hs, los pacientes se presentan en el Teatro Leopoldo Marechal con su radioteatro audiovisual. 

Entre dos sketches humorísticos y “la milonga de Cacho”, los chicos devenidos ahora en bailarines despliegan en el escenario todas sus emociones y sentimientos. El tango es especial. 

“Al ritmo del compás”, de Julio Sosa, las parejas entran al escenario tomadas de las manos y se unen en un abrazo, un corte y una quebrada. 

Arriba de las tablas, el escenario derrocha alegría, algo atípico a lo que ocurre en instituciones tradicionales dedicadas a la Salud Mental.

Según el primer y último Censo Nacional, que relevó en 2019 problemas de Salud Mental, hay 12.035 personas alojadas en manicomios, pero el 37,2% permanece internada solo por falta de dispositivos comunitarios o viviendas. 

Sentada sobre una pequeña escalera, Andrea está en “Espejos Cruzados” desde su fundación.

— A mí este lugar me dio alegría, y esto de poder compartir y sentirnos una gran familia ̶ expresa con los ojos brillosos.

En “Espejos Cruzados”, el corazón es noble y los pacientes vuelan libres como mariposas, muy lejos de la oscuridad. Saben que el camino es largo y está lleno de obstáculos, pero sienten ese lugar como algo propio, que los contiene, y forman una familia.