TEJENINJAS



Por Micaela Amade //

La lucha que se convirtió en bandera.


Busca los laterales, pasa la aguja, saca el hilo, lo laza y lo extrae por los dos anillos. En la letra z, Victoria tira fuerte de ambos cabos del cuadrado para cerrar y asegurar el nudo. Después corta todas las hebras que sobran. Así en cada uno de los tramos. Una vez cocido el paño, los junta con el resto. De los más grandes a los más chicos. 

Los cuadrados de telas están apoyados en las rodillas descubiertas. Es la pose más cómoda que eligieron para tejer. La luz natural entra por la ventana del departamento de Daniela ubicado en el barrio de Congreso. La historia no deja mentir. Es como si fuera apropósito. Su lugar de encuentro es un espacio de lucha. Es marzo y el clima es cálido. Unas agujas ocupan toda la mesa y los hilos verdes están por todas partes. 

Con los dedos, hace un recorrido lentamente por el nombre bordado, lo mira fijamente y sonríe mientras su cara empieza a lagrimear. Las “tejininjas” eligen tejer en medio punto para que no se desarme el hilo a causa de toda la manipulación popular que, en los próximos meses, va a alcanzar. 

Agarra una hoja, dibuja dos líneas en paralelo y las divide en nueve cuadrados. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Se da cuenta que le falta uno. Nueve. Después encierra esos cuadrados en uno mucho más grande, la bandera. Termina el boceto y se lo muestra al grupo. 

Solo unos días atrás, Valeria era parte de ellas. Pero hoy su nombre es un tejido junto a muchas más: Caro, Dani, Agos, Mónica. Cada semana, Victoria tiene en su casilla de e-mail un listado con más y más mujeres. Una por una que se va, pero que deja un tejido que se enreda para unirlas. 

Lo que ninguna hubiese imaginado es que, a través de estos encuentros, con más de 100 horas tejiendo, muchos mates compartidos, historias que se conectan y golpean, lograrían cargar una bandera de más de 140 kilos. 

Por entonces, en Argentina, una mujer era asesinada cada 29 horas. Hoy sucede cada 40. Todos los años, la Corte Suprema de la Nación divulga las cifras oficiales, mientras tanto, se puede acceder al relevamiento de MuMaLáMujeres. Hasta el momento, en 2021, se informan 142 femicidios, entre ellos, 19 vinculados y 5 travesticidios. 

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Es martes y el día recién empieza. El color verde del glitter combina con sus uñas, la bufanda y algunos pines en la mochila. Las mujeres sacan el pañuelo por las ventanas del subte A y piden revancha tras cumplirse casi un año de aquel 9 de agosto, el día que no se aprobó la ley del aborto legal, seguro y gratuito en la Cámara de Senadores. 

Al llegar, Daniela se para junto a Adriana, y estiran una mini bandera con la leyenda "Mirá como nos ponemos" en el centro y con distintas frases alrededor. Las dos sonríen como para una foto. La vuelven a bajar. Sacan de la cartera el cartel de “tejiendo feminismos” y lo enganchan en la reja. El Congreso, de fondo. 

En frente, se ven unas 60 personas de la “Marcha por la vida” que se agrupan en la esquina de Hipólito Yrigoyen, donde con un micrófono y parlantes rezan en defensa de las dos vidas y reivindican a los médicos que, en el país, se negaron a realizar abortos en hospitales.  

Se asoman las cinco de la tarde. Todas esperan el pañuelazo federal. Con el pañuelo en alto y las manos unidas, todas lo levantan en dirección al cielo. Lo mismo se replica en distintas partes del país. También, se levantan carteles y varios pañuelos naranjas que representan la separación de la iglesia con el estado. Hay mujeres arriba del escenario, varios drones y un congreso teñido de verde. 

Hay cantos, gritos, aplausos, bailes, talleres, humos de las vengalas que van desde el violeta, al rojo y hasta el verde. Son las 7 de la tarde y varias nubes aparecen. Todas forman una ronda. En el medio, solamente están las que tienen bombos y platillos. Empiezan a entonar la canción. Se agachan y, al ritmo de la música, van subiendo lentamente. 

— Se cuidan. Se cuidan los machistas. América Latina va a ser toda feminista.

El glitter se despega de las caras llenas de lágrimas. La multitud se desconcentra. Muchas mujeres se levantan lentamente de las mantas sobre las que estuvieron apoyadas durante la jornada. Agarran los cuadernos, los alfileres, los carteles y enrollan el paño donde combinan todos los tipos de verde. 

La campaña por el aborto legal seguro y gratuito fue lanzada en el año 2005. Cuenta con la adhesión en todo el país de más de 280 grupos, organizaciones y personalidades vinculadas al movimiento de mujeres, organismos de derechos humanos, trabajadores de la salud y distintos sindicatos.  

Hoy el aborto es legal en la Argentina. Un hecho histórico que ocurrió en la madrugada de un miércoles de diciembre, convirtiendo al país en el cuarto de la región en despenalizarlo. Los festejos se dieron en la calle, en las inmediaciones del Congreso y hasta en otros barrios porteños. 

En Latinoamérica la interrupción del embarazo solo es legal en Cuba, Uruguay, Puerto Rico y Guyana. Además, se suman los estados mexicanos de Oaxaca, Hidalgo y Veracruz.

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A Valeria Coppa la mataron en plena luz del día, en el centro cívico de la ciudad de San Carlos de Bariloche, en la provincia de Río Negro. 

Su jornada había terminado, les dijo chau a sus compañeras, agarró la bici y se fue hasta la catedral. Había arreglado todo por Whatsapp y alrededor de las 15:30 se encontró con su ex pareja. La conversación duró muy poco. Mariano Cordi sacó un arma de fuego casera, calibre 22 y la gatilló a sangre fría. Ni las decenas de turistas, ni nadie de quien recorría la ciudad escuchó o vio algo.

Ese 29 enero de 2019, su nombre pasaba a ser titular en todos los medios. Tras ese crimen, ya eran 22 las mujeres asesinadas. Se evaluaba exigir la emergencia social. 

Ese mismo año tan solo $11 por mujer fue el presupuesto otorgado mediante el Plan Nacional de Acción para la prevención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres durante el gobierno de Cambiemos. 

La tejininja, a la que le tocó tejer letra por letra su nombre en el cuadrado de tela, conoció el caso estando de vacaciones con su abuela en la Patagonia. Habían sido semanas intensas de trabajo en su emprendimiento y decidió irse. El hotel donde se hospedaban estaba muy cerca del lugar del crimen. Habitar el mismo espacio la impulsó a elegirla como protagonista y partícipe de la bandera. Cada tejedora siente la piel de gallina al recordar la historia detrás de cada nombre.

El bordado que recuerda a Valeria recorrió de punta a punta la ciudad de La Plata el día del Encuentro Nacional de Mujeres, donde la bandera lució en todo su esplendor. Su tejedora no quería alejarse. Caminar a la par es como estar con ella. Siempre el recuadro a simple vista. Allí estaba Valeria, tejida a fuego, en ese cuadrado que marchaba con ellas. 

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Según una leyenda azteca, cuando un guerrero muere se transforma en mariposa, y así vuelve para acompañar a sus pares en la lucha. Las mariposas posan en cada cuadrado. Vinieron volando desde Guatemala, Chile, Colombia, Uruguay, Ecuador y España. Sostenerlas solas, cuesta. Por eso, se necesitan entre dos y tres mujeres para cargarlas en el hombro y avanzar. 

Al ensamblar los paños, se dan cuenta que el verde es su color principal, pero en el centro y casi al final, se puede ver cómo cambia completamente, transformándose en violeta, rojo, naranja. En algunos cuadrados, las acompañan flores. Cuando se la mira en totalidad, a diferencia del cielo, está muy colorida y bien Warrior. 

La concentración había empezado alrededor de la intersección de la diagonal 60 y la avenida 1, cerca de donde fue vista por última vez Johana Ramallo. El Primer Encuentro Nacional de Mujeres se había hecho hacía 33 años en el Centro Cultural de San Martín, un espacio lleno de alfombras y acortinados pesados de color naranja. Muchas jornadas habían pasado desde entonces, pero siempre con poca acción callejera. Hoy, la cosa es distinta.

La lluvia torrencial había suspendido el acto de apertura del día anterior. Las gotas empañaban los lentes e ingresaban por los agujeros de las bolsas de consorcio que servían como piloto. Un rayo había caído e iluminó todo el cielo mientras caminaban hasta el Estadio Único de la ciudad de La Plata. Las botas se embarraban cada vez más, las carpas se movían con el viento y en cada cuadra se entretejían 3 generaciones distintas. 

Hoy el cielo está despejado y hay sol. Victoria y Daniela no se separan en ningún momento. Cada 2 horas se retocan la pintura que la humedad les corre de la cara. Alrededor de ellas, hay puestos de cerveza, pan casero y lugares para calentar el agua. Al caminar, las tejininjas se topan con varias mujeres con sombrero negro de brujas que deciden acompañarlas. Brujas, tejedoras y mariposas, todas juntas.

Todavía resuena en sus mentes el recuerdo de la última vez que se expuso la bandera. Una mujer se detiene, las mira y parece alguien que no sabe cómo formular una pregunta. No debe tener más de 40 años. Respira, deja pasar dos segundos y les dice que no podía encontrar el nombre de su hermana en ningún lugar. Llora desconsoladamente. Las chicas también, pero después sacan de su mochila los cuadrados que les sobraron. Dejan a un lado el palo grueso que sostiene el cartel y empiezan a tejer. Así crece la bandera. 

Desde el encuentro hasta hoy, pudo haber sumado más de 250 cuadrados. Sólo puede estar guardada si se la divide en tres grandes paños. En realidad, su lugar es la calle, cargada en los brazos de mujeres que logran que las mariposas vuelvan a volar.