SAN BERRETIN
Por Juan Manuel Leaños //
El barrio “Juan el Bueno” de Berazategui es
algo así como el Fuerte Apache de zona Sur. Sus fortalezas de cemento terminan
demasiado pronto con los últimos rayos de sol que calientan el playón. Se
proyectan así las sombras, arrastrando a los vecinos que llegan con curiosidad.
Llegan de todos lados, veintitrés kilómetros lo separan de la Ciudad de Buenos
Aires, y las conexiones se dan por la autopista Bs. As.- La Plata, o por el
tren Roca. Algunos ya lo saben y vienen siempre, otros no tienen idea de sí hoy
se va a hacer o no. Tan espontánea funciona la comunicación que en todo momento
hay que estar pendiente a los avisos en las redes.
La tarde cae y la pista se enfría, pero la cosa
está candente. Como una radiografía del Bronx, altos monoblocks, aunque grises
y la cultura Under se adueñan de lo que será un cuadrilátero imaginario,
invisible, quizá sin límites. Media hora, dos horas, cinco horas durará
¿Importa? La gente está encendida. Suenan los escapes de las motos, vienen con
willys y tiran corte. Los alta gama bien planchados se estacionan en círculo.
Si esto se extiende, iluminarán el asfalto por la noche con sus ópticas neón.
De la nada, tres, cuatro camionetas clavan los frenos en el medio de la pista y
ahí se baja “Berretín”.
—¡Dale, dale, dale! Armá la ronda así
arrancamos— agita “Berretín”.
—¡Walter! ¿Tenés el tiempo? ¿Estamos con los
peleadores? ¡Ponelos a calentar! — Walter tiene experiencia entrenando
boxeadores y oficia de árbitro.
Ahora, todo parece una escena de Rápido y
Furioso. Las improvisaciones se convierten en rimas, tendrán un flow adictivo
con la llegada de los parlantes. Las bailarinas hacen que el trap se ponga al
palo. Recién son las cinco, pero hoy es sábado y el Bueno está ATR.
Micrófono en mano, a lo Michel Buffer en las
Vegas, pero aún más intenso. El “Noba” viene con estilo propio desde Florencio
Varela. De influencer a presentador, no sólo caracteriza a quienes van a
guantear, sino que agita a la gente y los hace cómplices de una fiesta que
ahora está on fire.
— Acá… de mi mano mi izquierda, con 66 kilos…
se cruzó puente Pueyrredón porque viene de Palermo. Acá… ¡el Toro de Palermo,
papá!
Estallan los gritos de aliento y aplausos, el
público se concentra en la órbita del ring, algunos preparan su palco desde las
ventanas de los departamentos, y los más chiquitos se suben sobre los capots de
los autos. Mientras tanto, salen unas birras para bajar la sequedad de las
gargantas. En el medio, los deportistas locales, recién llegados de hacer el
pesaje en la farmacia del barrio. Se enfrentan con los del Oeste y con los de
CABA. El sonido de un escape avisa el comienzo y el final del enfrentamiento.
Los guerreros cruzan combinaciones perfectas. Jab-cross izquierda - hook, seguido Jab- uppercut derecho- gancho
izquierdo- gancho derecho. Se mueven con rapidez, como si supieran manejar el arte. Estos
chicos no son novatos. Saben cómo atacar, caminar y defenderse. Tienen un
estilo atractivo. En este espacio no cabe lugar para los tibios. Pelean dos
minutos y cortan, llegan hasta dos asaltos y los rounds siempre terminan en
abrazos. En las “Santas Peleas Callejeras” no existen ganadores ni perdedores.
Entre el montón, dentro de la olla, se puede
ver a Mauro que interactúa con la gente y organiza las exhibiciones. Él es el
cerebro de toda esta movida. Saca su celular del bolsillo y en 5 minutos sube
un video a las historias. Más de 10 mil personas se prenden al Instagram para
ver acción y más tarde lo reproducirán alrededor de 60 mil seguidores por
YouTube. En su canal se hace llamar San Berretín y lo que él hace no es boxeo.
—¡Yo necesito encender la hoguera acá, perro!
***
Las peleas que da Mauro no son justamente en el
playón. Su arte no tiene el visto bueno desde el ambiente boxístico. Es lógico,
allí defienden el espacio del ring y promueven el deporte cuidado. Por la web
circula una nota del excampeón mundial Marcelo “El Toro” Domínguez que los
desaprueba y descalifica. Eso lo tiene molesto, le acaba de entrar un cross de
izquierda. Mauro viene de ese palo y le jode. Desde chico que pelea. Lo hizo un
tiempo para el sindicato de comercio y también representó al partido
bonaerense. Pero no se cae, aprovecha su momento para hablar con los medios y
recoge el guante.
—Yo le tengo que explicar a este señor que no
estoy queriendo hacer una federación nueva de boxeo, inventar una nueva rama
del boxeo.
Suena la campana, cada peleador a su esquina.
Momento de hacer un paréntesis. Berazategui siempre fue una ciudad de
boxeadores. Y la combinación de peleas callejeras con barrios populares no es
nada nuevo. El que más entiende de esto es Walter, el árbitro. Quien conoce de
boxeo como él, sabe que los campeones indiscutibles aprendieron a pelear en la
calle, o en bares clandestinos por la necesidad del dinero. Hace más de 70 años
con la figura del “Mono” Gatica, o un poco más adelante, durante la época
dorada del boxeo argentino, con Carlos Monzón, las batallas en los cuadriláteros
clandestinos del microcentro porteño sirvieron de trampolín para sus pases al
boxeo profesional. De aquel recuerdo aún quedan intactas las paredes del bar
“El Ancla” entre Paseo Colón y San Juan. Y muy cerquita de ahí, en San Telmo,
la vieja fachada de un palacete estilo tudor que lleva el nombre “The Victoria
Sailor's Home”. En aquel lugar de la calle Independencia al 20, marinos que
llegaban de todo el mundo al puerto de Buenos Aires disfrutaban sus noches
entre alcohol, apuestas y peleas. Sin ir más lejos, hace unos veinte años
atrás, en Estados Unidos aparecía Kimbo. Esa especie de bestia humana
denominada como el “Rey de las peleas callejeras” y las artes marciales mixtas
reventaba YouTube con sus demostraciones. Hoy, que la UFC le disputa el terreno
al boxeo, se puede googlear y ver a uno de sus luchadores favoritos, Jorge
Masvidal, peleando en la calle a modo exhibición.
Segundo asalto, Mauro tiene que atacar,
necesita sumar puntos en las tarjetas. Insiste en explicarle al público a
través de su Instagram.
—Lo que hoy estoy haciendo, que capaz que en su
tiempo no había — lo gasta al “Toro” porque ya pasaron 26 años de su título— es
CONTENIDO.
—VIDEOCLIPS donde se mezclan un escenario, un
deporte, música y gente ¡Perro!
—Yo no les estoy diciendo a los pibes vengan
acá a boxear, no se confundan porque no es así. Lo que estoy haciendo es
contenido para plataformas. Cuando la gente entienda eso va a dejar de
descalificarme.
La segunda pelea que Mauro enfrenta se da en la
siguiente semana. Está todo tranquilo en las redes sociales. Él se contacta con
la gente de General Rodríguez. Ciudad popularmente conocida por la fábrica de
La Serenísima y porque forma parte del recorrido del Sarmiento. Aunque
últimamente tomó más notoriedad por ser el barrio del L-Gante. El rapero de la
cumbia 420 es su “Ñeri”, y por eso “Berretín” sale de invitado en varios de sus
videoclips. Ahora, planifican lo que será el próximo evento para el fin de
semana. Buscan extenderlos a toda la provincia de Buenos Aires. El sueño sería
llevarlo a todo el país. Con solo entrar al Instagram de “San Berretín” ya se
puede ver en que anda, como se mueve y con qué personalidades comparte sus
proyectos. Pero tener una cuenta pública también tiene sus riesgos. Parece que
entre sus 23 mil seguidores está el siguiente desafío. Hay gente a la que no le
gusta tanto lo que hace...
El celular no para de sonar. Los veinte
peleadores, los vecinos, las bailarinas, los chicos, los cercanos, los lejanos,
al WhatsApp, al Instagram. Entre tanto mensajito y reacciones le entra una
llamada de un ID desconocido.
—Escucháme… Ustedes filman ahí y estás afuera —
Mauro supone que la amenaza viene de la taquería de Gral. Rodríguez.
—¡A MI NO ME VAN A CENSURAR!
Cortita la
llamada.
—¡Yo no voy a dar más la locación de dónde voy
a filmar! ¡Yo voy a filmar y que se vaya a la concha de su madre! —se le nota
la calentura.
—¡Lo que yo hago no es ilegal!
La policía suspende lo que sería Santas Peleas
Callejeras en Rodríguez. No vale la pena entrar en conflicto. No es la idea.
El código de faltas de la Provincia de Buenos
Aires dice en el Decreto Ley 8031 del año 79’ que las peleas en la vía pública
son una contravención (lo mismo para quien incite a su participación). También,
agrega que la explotación de los espectáculos, entretenimiento o reuniones
abiertas al público tienen que contar con un protocolo de seguridad aprobado
por el municipio del lugar. Mauro lo sabe bien, por eso intenta regularizar la
situación.
—Incitación a la droga, incitación a la
violencia en la vía pública ¿Qué pasa? Yo regularicé todo eso ¿Entienden?
“Berretín” usa las stories de su IG para calmar
la bronca de los seguidores. Deja en claro que sus eventos se basan en el
deporte, al punto que erradicó todo aquello que podía resultar ofensivo para el
público. Como fumarse un porro delante de una cámara…
—Me rompen las bolas por las medidas, por el
piso, porque se van a romper la cabeza. Bueno, tomamos todos los recaudos…
Igual no nos dejan hacerlo. Ellos tendrán sus razones, pero mi arte no me lo
van a censurar porque no hago nada ilegal.
En un pedido de colaboración para llegar a un
acuerdo etiqueta al Intendente de Berazategui. Mauro se ríe de sí mismo porque
sabe que tiene poco sentido, igual se tira un lance. Al principio le
solicitaron un permiso…
—El intendente no me da nada. Mussi no me da
bola.
Santas Peleas Callejeras quedó judicializado en
agosto del 2021 por una denuncia del Ministerio de Seguridad.
***
Walter es un poco más
grande que los chicos, es del 71’. Para sacar cuentas, tiene 50 años. Mientras
hoy se gana la vida como vendedor ambulante, no puede despegarse de su vínculo
con el boxeo que lo persigue desde pibe. En esa época se ponía los guantes para
aprender a defenderse. Se paraba en una esquina del barrio y peleaba con amigos
durante toda la noche. Sin público. Así debía ganarse el respeto de sus pares. Respeto
que hoy mantiene junto a la popularidad que se ganó tras vivir 37 años en “El
Bueno”. Pero no fue sólo su destreza en el deporte lo que lo hizo popular,
Walter viene hace tiempo metiendo mucho laburo social en Florencio Varela con
la construcción y fundación de Centros Culturales donde se brindan talleres de
capacitación laboral y entretenimiento.
Una tarde, Walter baja
al patio de su monoblock y ve que viene Mauro caminando inquieto, dubitativo,
con el celu en la mano. Lo conoce de toda la vida, sabe que lo está buscando
para algo.
—¡Che! ¿Me das una mano
para grabar unos videítos? — imposible negarse, es como un sobrino para él.
—Hace rato que las pibas
me piden que suba algo a las redes— reniega Mauro.
No tienen idea, están
medios desorientados. La primera ayuda llega de parte de Lucas Giménez, el
rapero argentino de Neuquén, más conocido como “Omer, el Mero Mero”. Con él,
pegan onda para que haga un clip en el barrio. A partir de ahí, “Homer” les da
una tremenda mano para que los videos tengan llegada.
Aquel algoritmo de
YouTube sube al primer escalón de la carrera mediática, lo que despierta el
interés de Mauro “Lesa” Albarracín, un youtuber oriundo de Laferrere que hace
llegar sus crónicas del conurbano a más de 400 mil suscriptores en su canal Les
Amateurs.
Lesa con su camarita decide
mostrar la movida que arranca en Berazategui. Como un efecto dominó, entre
julio y agosto del 2021 las “Santas Peleas Callejeras” se encuentran en el
centro de la escena. Clarín, Infobae, Vía País, las relatan desde el periodismo
gráfico. Mientras que los informes de Telefé Noticias, Telenoche y Crónica TV llegan
a los hogares argentinos durante el prime time. El resultado, un salto gigante
en la cantidad de seguidores, pero, al mismo tiempo, los obliga a tomar mayores
precauciones y responsabilidades frente a las críticas.
Tanto Mauro como Walter
saben con qué intenciones llega cada medio para hacer la cobertura. Sin
embargo, los invitan a todos, es parte del juego. La producción de Crónica TV consigue
sponsors para los pibes, realiza donaciones de cabezales y guantes, y ofrece capacitaciones para los instructores de
boxeo. La producción de Telenoche se ocupa de mostrar un conurbano oscuro, con
drogas, alcohol y peligro de muerte. Horas más tarde, Mauro lo hace saber en
sus historias.
—Hacen esto por
política, porque le habrán dado a Mussi a través mío.
—¿Cómo puede ser que se
junten 300 negros a cagarse a palo ahí y no pase un patrullero?
***
Atrás quedó la mala fama del barrio “El Bueno”,
aquella que en el año 2000 se había ganado por las bandas armadas que operaban
secuestros express. Mauro tenía 7 años cuando veía en los palieres de los
edificios como paseaban a los secuestrados encapuchados de un departamento a
otro. También tiene recuerdos de los allanamientos. Describe todo con detalle,
bajo ese nivel de brutalidad crecían los chicos de su época. Al caminar entre
los monoblocks reconstruye los lugares donde se “descartaban truchos”, señala
donde vivían las bandas armadas, y también recuerda que a dos cuadras está la
cancha de Berazategui. Imposible no haber presenciado “los corchazos” que se
pegaban entre los barras los fines de semana.
Como cada cosa cae por su peso, hubo una gran
limpieza que la hizo el tiempo. Mucha gente quedó presa, otros permanecen
prófugos, algunos se rescataron y les va muy bien, pero otros murieron
tempranamente.
“Berretín” es uno de esos chicos que podía
haber terminado en cualquiera. Él asegura que tenía todos los boletos comprados,
porque tenía la vara muy alta sobre lo que es vivir delinquiendo -ojo, no habla
de robar un kiosquito- porque se crio entre las familias que tocaban la canción
enserio. Hizo carrera y todo…
Al pasar por una esquina, observa una cara poco
conocida. De estos suelen quedar algunos en el barrio. Un pibe que actúa raro.
Alguna se está por mandar.
—Andá a hacerte rancho pa’ allá que acá los
pibes están tranquilos.
—¿A dónde mierda te pensás que estás? Acá no te
vengas a hacer el delincuente— lo mandan a volar.
Cuando los muchachos del “Bueno” ven a algún
gil que está con “berretines” o “viene con un trucho”, le parten el moño de un
cañaso. Los pibes le quieren lavar la cara al barrio. Se distancian de los que
quieren bajar para estar cruzados, fumarse un par de porros y enseguida hacer
alguna.
Aunque se suele comparar el evento con “El Club
de la Pelea” -la película de David Fincher-, lejos están de generar un ambiente
hostil y de violencia. Al contrario, hay un clima relajado donde asisten
familias y los jóvenes utilizan este espacio para socializar, intercambiar
contactos y mostrar su arte. Hoy los chicos tienen otros mambos en la cabeza. Bajan
con la batería del celu llena para poder filmar o hacer historias. Hay quienes
se forman para hacer streamings. Otros aprovechan las juntadas para hacer
rimas, freestyle o bilboy. El que sabe boxear pelea, y el que es malo en el
deporte se identifica con otra cosa, al punto que sale bueno para otras
actividades. Los padres también bajan, salen con sus hijos a la calle, dejaron
atrás la play, la compu, el encierro de la pandemia y confían en que afuera hay
un montón de perspectivas por abrir.
La comunidad de “Santas Peleas Callejeras” ya
es un hecho. Septiembre arranca con un Fuerte Apache revolucionado por la
llegada de las peleas. El Fuerte es uno de los escenarios favoritos, por sus
recovecos, sus terrazas, los palieres, monoblocks y toda su impronta visual.
Parrilla, chori, carne, escabio, aquello, lo otro. Los más chiquitos, “Berretín”
de acá, “Berretín” de allá, lo pasean a Mauro por todos lados. Los vecinos lo
esperan como si lo conocieran de toda la vida. Aquel carnaval en el barrio de
“Carlitos” potencia las ganas de seguir adelante con los eventos.
La agenda de octubre se va para Pilar, Derqui
es el escenario elegido. Lugar dónde vive “Callejero Fino”, el rapero tiene 244
mil seguidores en IG y una historia con la música que le salvó la vida. Hace
pocos años arrancó con las “juntadas callejeras” y, en esta ocasión, es uno de
los animadores principales de las “Santas Peleas” que se hacen en zona
Norte.
De vuelta en casa. La banda de rock nacional “Guasones”
elige el escenario de Berazategui. Se contacta con Mauro para armar su
videoclip. Se trata de un mano a mano callejero y se llama “El Huracán”. Aunque
la estética del clip es monocromática, el barrio ya tiene otro color. Mauro es
el protagonista, del videoclip y de todo esto que arrancó de casualidad, como
diversión, y pudo mostrar a los pibes que había otra cosa diferente que podían
hacer. Su expresión fue un grito grande y despertó.
Ya son las cinco de la tarde, otra vez es
sábado y la gente empieza a llegar.