LUNA DE MEDIO ORIENTE

 

Por Ignacio Artigas // ’Desayuno en Londres, Almuerzo en París y Cena en Doha’’. Así inicia el reclutamiento de tripulantes para Qatar Airlines en Buenos Aires, un sábado de marzo de 2019, en el Hotel Emperador.
Qatar Airlines es la principal aerolínea de Qatar y una de las tres grandes del Medio Oriente, junto con Fly Emirates y Etihad, cuyos servicios son considerados 5 estrellas.

Pilar, de 21 años, ingresa al vestíbulo con hombros tensos y está ahí por sugerencia de su madre.

-¡Yo quiero ir a Emirates, mamá! – había dicho el día anterior

-Ay, Pilar, andá, te sirve de experiencia, y después vas a Emirates –

Vive en Floresta y estudia inglés, danzas clásicas y Abogacía en U.B.A.. Planea mudarse a España en el futuro.

Dos reclutadoras, una malaya y otra rumana, reciben los CV mientras cada postulante se presenta en inglés en 30 segundos; si les gusta el candidato, le ofrecen una invitación para el día siguiente.
Pilar estira la espalda, baja los hombros y se esfuerza por sonreír, al mismo tiempo que la reclutadora analiza sus zapatos lustrados, pollera tubo, traje negro, y rodete tirante castaño.

-Estás invitada para mañana – dice la reclutadora malaya mientras le da una invitación en la mano.

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Es domingo y los 200 finalistas tienen el día de pruebas en la sala de conferencias del hotel. Hay ventanas con cortinas blancas, asientos de tapizado escarlata y un LED con una presentación de la compañía de aviación.

-Los seleccionados tendrán un sueldo básico de 1030 USD que aumenta a los 2500 USD por horas de vuelo y subvención por destino – anuncia la rumana.

- ¿Los hoteles están cubiertos? -pregunta un candidato.

-Sí. También los transportes y los hoteles - responde.

-Además, Qatar Airlines les da un departamento en Doha con todos los servicios pagos– agrega la malaya apagando el LED.

-Tendrán dos exámenes de inglés. Si al terminar digo sus números es porque fallaron y deben irse – aclara la rumana.

Pilar aprueba y le piden que extienda sus abrazos hasta llegar a los 2m 12 cm, que es altura del compartimiento del equipaje, y así avanza a la cuarta etapa. 

Enseguida, las reclutadoras la rodean y le preguntan sobre posibles situaciones laborales, como si discutiría con un pasajero o si serviría alcohol. Pilar responde mirándolas a los ojos y, al terminar, es elegida para la entrevista final.

Candidatos con porte de modelos son rechazados mientras que Pilar avanza hacia la última prueba. En esa última instancia, las reclutadoras la interrogan sobre adicciones, religión y familia. Le piden que sonría, evalúan sus dientes y luego le indican que espere afuera.

Finalizadas las entrevistas, las reclutadoras anuncian la nómina de los seleccionados. Pilar cierra los ojos, baja la cabeza y oye su número. De entre 200 candidatos, es una de los 11 elegidos.

Con pulso tembloroso, Pilar firma el contrato con Qatar Airlines.

-Damos mucho, pero pedimos mucho a cambio- le advierten

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En julio, Pilar vuela a Qatar desde el aeropuerto de Ezeiza con Elías, otro seleccionado de 23 años, oriundo de Ciudad Evita y estudiante de Comunicación Social en la UNLaM.

Tras presentar sus pasaportes, se cruzan con la tripulación de Alitalia, cuya forma de caminar ambos imitan hasta llegar a la escalera mecánica. Pilar se despide rápido de su familia mientras que Elías abraza a su madre sollozando; luego parten juntos.

-Leí que el entrenamiento es un infierno – dice Elías en la sala de embarque.

-Y yo, que si subís fotos o videos relacionados a la compañía, te echan – agrega Pilar

A los pocos segundos escuchan el anuncio del embarque de su vuelo 234, con destino a la ciudad de Doha, Qatar, y ambos saltan de sus asientos.

En la fila, empleados examinan los pasajes

- ¡Felicitaciones! Yo fui 4 veces a la entrevista y no quedé – les dice la recepcionista.

Pilar y Elías ingresan a un pasillo de cristal, a través del cual se ve un avión Boeing 777-200. Son recibidos por dos azafatas coreanas y una los acompaña hasta sus asientos. La nave es amplia y de color magenta.

-Bienvenidos a la familia – les dicen.

Tras 18 horas de vuelo, aterrizan en el aeropuerto Hamad International, que posee un moderno diseño, el lujoso hotel Oryx, piscinas, restaurants y lounges. Además, hay tiendas de lujo como Swarovski y Hermès. El aeropuerto abarca 22km2.

Una agente nigeriana, muy maquillada, recibe a los finalistas en arribos y los conduce al exterior. Una ráfaga de calor penetra por la nariz de Pilar, quien siente ardor en la piel y transpira como en un sauna.

-¿Cómo puede ser que un desierto sea húmedo?- dice Pilar limpiando los anteojos empañados.

-Según mi celu, hace 48 grados, lo cual es tranqui – responde Ellas arremangándose.

Dos Audi negros los esperan: uno para cada uno. En la autopista ven un extenso desierto, seguido de Al Corniche, una peatonal que recorre la bahía, y detrás, West Bay, el centro financiero. Edificios de formas geométricas emergen y su brillo compite con el de la luna de Medio Oriente.

El Audi ingresa a un barrio de inmigrantes indios llamado Al Mansoura. Ven mezquitas, escuchan gatos maullando en la basura, y observan varias ratas aplastadas en el asfalto. El chófer se cuela por callejuelas irregulares hasta estacionar frente a un edificio beige de 7 pisos, cuyas ventanas forman arcos.

Pilar sigue a la agente hacia el hall, en donde hay un guardia, dos ascensores y un salón de plegarias.

-Vas a vivir con una india–le comunica la agente en el ascensor.

Los departamentos de Qatar Airlines se comparten con una o dos personas. Cada uno tiene una tarjeta llave que notifica a la empresa los horarios de ingreso y egreso.

-No podés salir 12 horas antes de cada clase ni de cada vuelo – le aclara la representante.

- ¿Y si tengo una emergencia? – pregunta Pilar.

-En ese caso, se te permite salir por 90 minutos. Por cierto, hay un toque de queda impuesto por el gobierno de 4 a 7 AM – agrega

-¿Por qué? – interroga Pilar.

-Por quejas denunciando que los tripulantes se prostituyen a la madrugada– responde al llegar al 7mo piso.

El departamento asignado tiene un amplio living amueblado y un candelabro; se completa con dos cuartos y dos baños, además de una cocina. La agente le entrega las llaves.

-Chequeamos los alojamientos cada tres meses. Si encontramos alcohol, drogas o cerdo, estás despedida- le advierte la agente y cierra la puerta.

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El entrenamiento dura dos meses, de sábado a jueves, 7 horas diarias. Elías y Pilar son separados porque las mujeres asisten al turno matutino y los varones al vespertino.

El primer día de entrenamiento, una camioneta blanca recoge a Elías en la puerta de su edificio y conoce a sus compañeros de curso: doce indios, dos sudafricanos, tres serbios, un malayo, un kazajo, un polaco y un argentino, cuyas edades van desde los 21 a los 32.

El chofer toma una amplia avenida hasta llegar a una torre negra, cuya terraza no se divisa. Al ingresar, observan imponentes paredes y pisos de mármol adornados con líneas negras. Las letras Qatar Airlines están grabadas en platino y al fondo de un salón, una instructora filipina los recibe y los lleva al 6to piso.

-No podrán hablar con mujeres hasta recibir el uniforme, excepto conmigo, claro – dice la instructora en el aula.

Mientras escucha las indicaciones, Elías mira hacia el ventanal desde donde se ven edificios pequeños similares a los del mercado de Aladdín, y detrás, un desierto naranja. De pronto, un chico rubio, de ojos azules, interrumpe la clase abriendo la puerta.

-Dame tu nombre y el porqué de tu impuntualidad – dice la instructora

-Me llamo Frans, soy de Sudáfrica, y…bueno, la alarma no sonó porque la tengo programada de lunes a viernes y hoy es domingo…y tuve que tomar un Uber …- responde.

-Si te reporto, lo que te vas a tomar es un vuelo a Sudáfrica. Que no vuelva a ocurrir – advierte la instructora.

Los alumnos reciben el plan de estudios, que consiste en materias como Seguridad, Primeros Auxilios, Inteligencia Cultural, Estilo e Imagen y Servicio. En cada clase tienen una evaluación oral de lo visto en el día y un examen al finalizar cada unidad.

La materia Seguridad resulta ser la más difícil, ya que consiste en estudiar protocolos de supervivencia y operar equipos de emergencia. Tiene dos exámenes: amerizaje y control de fuego en cabina.

Una camioneta transporta a los alumnos al examen de incendio, en las afueras de Doha, y frena dentro de un recinto amurallado. Elías está sentado al lado de Frans repasando los protocolos.

- ¿Pensás asentarte en Qatar? – pregunta Elías

- No, siempre quise irme a Londres, esto es una etapa – dice Frans

-Coincido, yo quiero vivir en París – agrega Elías.

El examen se da en una pecera de 2x7 metros que simula ser una cabina en llamas. La instructora regula el fuego con una consola mientras evalúa a los dos alumnos. Cuando Elías y Frans ingresan, detectan humo en el baño. Elías toma un matafuego, abre la puerta y lo descarga, mientras Frans llama al capitán para informarle de los detalles del incendio.

Tras dos meses de entrenamiento, los alumnos reciben el cronograma de vuelo y dos diplomas que validan sus competencias como tripulantes.

-Me voy a Bangkok en tres días – escribe Frans por Whatsapp

- Y yo, a Madrid – responde Elías

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Elías lleva puesto el uniforme: traje gris oscuro, corbata bordó, camisa blanca y zapatos lustrados. Sale del edifico y sube al trasporte que lo llevará al aeropuerto donde aguarda la tripulación de su primer vuelo.

Antes de partir, los tripulantes son evaluados por supervisores que les hacen preguntas de seguridad o de primeros auxilios, y las agentes de Estilo les examinan el rostro, las manos y el uniforme. Quienes reprueban, son descartados del vuelo y sancionados.

Luego, una combi los recoge hasta llegar a la nave, en donde se realiza el control de seguridad, se prepara el servicio y luego se recibe a los pasajeros.

-Observa que ningún pasajero suba alcoholizado ni drogado que se arma un jaleo – le dice Rocío, una azafata española, en el embarque.

-¿Qué pasa si sube uno? – pregunta Elías.

-Si lo ves antes de despegar, la seguridad lo expulsa, pero, si te das cuenta en vuelo, te reportarán – responde.

Los supervisores deben denunciar a los empleados si cometen algún error, como también los tripulantes pueden reportar a sus colegas en la intranet. Los pasajeros, por su parte, pueden escribir una queja sobre el personal en el sitio oficial. Y se traduce en un despido inmediato.

-Hay 25 auditores que vuelan como incógnitos; su reporte es fulminante ya que se lo envían directamente al CEO – cuenta Rocío.

-¿Cómo se hace para manejar este estrés? – ironiza Elías.

-Come, compra cosas caras y folla– aconseja su compañera española.

En el aeropuerto de Barajas, Madrid, Elías camina al lado de Rocío con la espalda derecha mientras saluda a la gente del aeropuerto. Un autobús los espera y los lleva al hotel.

Los tripulantes tienen estadías que van de 18 a 24 horas en los destinos y se hospedan en hoteles de lujo. Incluso en el exterior, los tripulantes deben cumplir con el descanso mínimo de 12 horas, pero encerrados.

-A veces llaman desde Doha para ver si estamos en el hotel, pero solo si algún capullo reporta- le cuenta Rocío a Elías, en Plaza Mayor, mientras toman un café.

-Cuando escucho todo eso, me agarra un miedo -dice Elías.

-Es el precio por estos lujos. Yo vengo de un pueblito de Alicante y vivo mejor que todos ellos juntos – acota gesticulando.

- ¿Ya te acostumbraste?– pregunta Elías

- ¡Qué va! Mira, pienso ahorrar y poner un bar en Barcelona. Y ahí los mando a tomar por culo – agrega Rocío.

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A partir de la declaración de la pandemia, el 11 de marzo del 2020, la aviación sufrió una masiva reducción en la cantidad de vuelos y de pasajeros.

Qatar Airlines echó a sus empleados en abril, según su antigüedad; luego, el criterio se amplió incluyendo a los varados en el exterior. Los tripulantes de la cabina Business fueron reacomodados en el call center de la aerolínea.

-Necesitamos que te acerques a la oficina para discutir números – fue el llamado que cada uno recibió por teléfono de un gerente de la Compañía.

Y así fue como el sueño de Pilar, Elías y Frans se enterró en las arenas del desierto.

La empresa reportó una pérdida de 1.92 billones USD en septiembre 2020 y echó a más de 5.000 tripulantes de entre 13.000, aunque prometió recontratar a los afectados más adelante.

Tras los despidos, recibieron un subsidio semanal, por estar varados debido al cierre de fronteras, que les permitió vivir módicamente como turistas y disfrutar de la ciudad.

Pilar y Frans se ponen de novios y, antes de partir, acuerdan seguir la relación a distancia. Por su parte, Elías se propone terminar la carrera, con la ilusión de emigrar de nuevo. Mientras despegan a Buenos Aires, Pilar y Elías ven como el brillo de Doha se apaga en el desierto y, mirando la luna del Medio Oriente, juran volver a volar.