20:20 EL PALOMAR: DELAYED


Por Martín carbone //


Al histórico cartel de El Palomar, que se puede ver a bordo del Tren San Martín, le faltan la letra P, la O y la M. No quiere que le falte su aeropuerto.


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Únicamente Aerolíneas Argentinas y LATAM toman empleados, pero sucede cada muerte de obispo. FlyBondi ya tiene su plantel completo. No hay lugar para ella. Rocío Ves tripulante de cabina y vive a cinco cuadras del Aeropuerto El Palomar. Se dirige hacia la defensoría del consumidor para la quinta de las audiencias que, como abogada de Despegar, tiene con una agencia de turismo.


Avenida Julio Argentino Roca 651. Diagonal Sur para los conocidos. Edificio del Ministerio de Producción de la Nación. A casi 500 metros de la Pirámide de Mayo. El lugar perfecto. El ruido del afuera se encuentra con las charlas del adentro. Cara a cara está Rocío P. y su contraparte, un licenciado en turismo. Hay buena onda.


─Me dijiste que eras de El Palomar ¿no?

─Si. Soy de Palomar. Cerca de la base aérea 

─ ¡Qué bueno! Creció mucho la zona con el aeropuerto. Ahora que se les sumó Jet Smart va a tener mucho más movimiento.


Una hora veinte después está en su casa otra vez. Tirada en la cama. Espera que se caliente el agua para el mate. La compuestá abierta. Los dedos teclean con rapidez mientras se llenan los casilleros, como cuando años atrás entró a FlyBondi. Su currículum viaja por la red. Se renuevan las esperanzas de despegar. Otra vez


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El 182 siempre está por venir. Nunca llega. Rocío había experimentado esa demora toda su secundaria cuando ibaal Colegio Loreto. Muchas veces, el remis Sol, al 4751-9441, terminaba siendo la mejor opción. Esta no sería la excepción. Son pocas cuadras. El uniforme de tripulante, tacos altos, la carryon y los nervios de una primera vez no son la combinación perfecta para caminar. Hay que llegar al Aeropuerto en tiempo y forma. 


El remis la deja sobre la plazoleta al costado de lo que otrora fue un cruce de vías. Ahora, sólo es el camino a través de un túnel. Solo transitan los colectivos. Pero, se puede llegar a pie desde la estación. Lo llaman el corredor.


Es 11 de abril de 2019 y ayer estuvo el presidente Mauricio Macri. Presentó el vuelo inaugural rumbo a Mendoza de Smart Jet, la nueva integrante del plantel de lowcost. Se suma al Aeropuerto El Palomar. El plan de vuelos del mes indica que hoy uno de los cuatro Airbus A320 tiene que cruzar la cordillera de Los Andes para llegar a Santiago de Chiley, luego, volver. Así, se manejan estas aerolíneas.


Un pasillo, al aire libre, hace de ingreso a la terminal. Allí,circulan algunas de las 170 personas que se subirán al vuelo de Rocío V. Otras arman fila para comprar en la Brioche Dorée, un local gastronómico de origen francés. Su nombre le otorga el derecho a cobrar un sándwich y una gaseosa a tan sólo $240.


Mientras tanto, Rocío V espera frente a un ventanal hasta que le den el OK. Tiene que dirigirse a la aeronave con parte de la tripulación. Allí observa la torre de control y las obras de lo que será la nueva terminal de EPA. Siglas en inglés de “El Palomar Airport”. Años atrás eran hangares donde descansaban y se reparaban decenas de aviones militares. Cada 10 de agosto desfilaban por el cielo palomarense en el acto conmemorativo de la Fuerza Aérea.


Las recomendaciones del capitán se escuchan en inglés y en castellano. El total de los pasajeros a bordo son de habla hispana. Rocío ejemplifica la correcta colocación del cinturón de seguridad para cuando llegue el momento en que el capitán encienda la luz. Las luces se encienden al despegue y arribo de la aeronave, pero también cuando hay turbulencias.  A la par, el avión se desplaza por la pista hacia su cabecera norte. Deja atrás a los Hércules y a los Tango, los mismos que Rocío V veía pasar desde su casa. 


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Es martes 27 de noviembre de 2018. Faltan dos días y algunas horas para que Donald Trump y su comitiva aterricen el Air ForceOne en el aeropuerto de Ezeiza. Será la séptima visita de un Mr. President a suelo argentino. Esta vez, la ocasión es el G-20. Es una especie de juntada entre mandatarios. No invitarán a ninguna de las 59.031 personas que esperan afuera ¡Ofcourse!


La calle Derqui, una de las pocas que conecta al Aeropuerto con el acceso Oeste, se refaccionó para tal evento. Tiene su tráfico habitual como si no supiera lo que va a ocurrir.De repente, las luces de los frenos de los autos se encienden como árbol de navidad. Suena algún que otro bocinazo.Nadie informa a los conductores qué sucede. 


10:00 de la mañana. Este mismo martes lleganal Aeropuerto El Palomar tres helicópteros y dos Boeing c-17 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Ahí viaja la seguridad privada de la Casa Blanca junto a las dos limusinas Cadillac. Se esforzaron mucho en nombrarlas Cadillac One y Cadillac Two. También hay seis Chevrolet. Tienen todo el armamento para los escoltas y equipos para interferir comunicaciones. Esa especial comitiva debetrasladarse a Ezeiza.


Los Cadillac de 8 toneladas de peso, con ventanas de 6 pulgadas de espesor, resisten explosiones y ataques con armas de guerra. Tienen que salir del Aeropuerto para cruzar la “vía muerta”. Así la llaman los vecinos. Aún hoy pasa el tren de carga que va desde Retiro hasta el Parque Industrial La Cantábrica solo dos veces por día. 


“TheBeasts”, como se conocen a estos vehículos, doblan en Derqui para seguir su travesía por El Palomar. Causan conmoción entre los conductores allí detenidos y en los pocos vecinos que se acercan a filmar el momento. Todos aprecian el andar de estas máquinas. El ruido de las sirenas policiales es cada vez más ensordecedor.


El barrio puede vanagloriarse de tener al MrPresident. Poco tiempo atrás, reclamaba por la inseguridad. Ahora, gracias al Aeropuerto, tiene en sus calles a la fuerza de seguridad norteamericana. A su lado,lo sigue como escolta un patrullero de la Policía Bonaerense, a bordo de una Volkswagen Suran. 


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El aire del Palomar es todo ruido desde la llegada de la aviación comercial.En tierra aparecieron los reclamos y las protestas. 


En casas cercanas los decibeles superan los 70. Así lo establece un estudio realizado por especialistas de la carrera de Ingeniería en Sonido de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Incluso, a más de a 10 kilómetros, se superan los 55 decibeles.Sería como soportar todo el día una conversación a los gritos o el tráfico intenso de una metrópoli. La Organización Mundial de la Salud considera los 50 decibeles como el límite superior deseable.Asíde fuerte es el estrepitoso encendido de las turbinas y el consecuente despegue. 


No obstante, la ANAC argumenta que el 73% de las mediciones de sonido no superan los límites aptos para el buen descanso de los vecinos. El 27% restante corresponden a actividades ajenas al aeropuerto.La jueza federal Martina Forns piensa diferente y exige la intervención del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos yun plazo de medición mayor a 9 días.La misma Fornsque aprobó la llegada de la aviación comercial a El Palomar en 2017.


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Banderas argentinas flamean mezcladas con colores amarillo, azul, rojo y blanco. Como si hinchas de River y Boca compartiesen un colectivo con las ventanas abiertas. Resuena en el ambiente el grito “Queremos trabajar”. Una y otra vez. Un gritointerrumpido, primero, por el paso del tren y del colectivo 182. Luego, por la música del himno nacional. 


A 18 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Para llegar, hay que seguir la ruta del agite, en el oeste del Conurbano Bonaerense. Ahí está el Aeropuerto de El Palomar. Alrededor de quinientas personas se agrupan en la intersección de las calles Teniente Aviador Benjamín Matienzo e Itacumbú. Empleados delowcost, que operan en el país, visten uniformes que no utilizan hace 5 meses. Quieren defender sus puestos de trabajo.


Entre ellos, RocíoP. lleva su boca cubierta de un barbijo gris que combina con su vestimenta. Sólo se descubre para hablar ante los micrófonos y cámaras que aparecen. Repite sin cesar que son más de 10 mil familias las que sufren por el cierre.


Tiene 31 años. Se cansó de acumular negativas en las escasas entrevistas laborales. No está fácil el rubro de la aviación comercial. Menos en plena pandemia. Hace un tiempo, había encontrado en FlyBondi la posibilidad de vivir por los aires. Es jefa de cabina. El coronavirus la puso otra vez en tierra.Ya no tiene su oficina en un Boeing 737. Hasta nuevo aviso.


Rocío P. tiene incertidumbre. No sabe si las lowcost seguirán en el país. Ahora, estáen la marcha, acompañada por su esposo y su vientre prominente. Su hija conocerá el mundo en 90 días. Está al frente del reclamo, a pesar de su licencia por maternidad y las recomendaciones médicas.


“Volver a volar”. “El Palomar es nuestra casa”. Algunos carteles escritos a mano. Son sus compañeras. Las mismas que se habían alegrado de la noticia del embarazo. Miden el paso del tiempo con el crecimiento de su panza. Saben que pasaron seis meses. Momentos en los que el COVID 19 no era moneda corriente. Hoy, sólo se limitan a demostrar afecto con codazos y sonrisas que se pueden leer en sus ojos.


— Beso a Beso. Me enamoré de ti. 


Empieza la filarmónica popular. Dos bombos y un redoblante. Dos trompetas.


— Beso a Beso. A quererte yo aprendí.


Se sigue escuchando. 


Con la musicalización de fondo, la marcha continúa. 


Un trípode y un celular apuntan a la integridad de Rocío P.Todos los trabajadores del Aeropuerto se acercan para salir en cámara. Se preparan para tomarse una foto.Horas más tarde, se publicará en los portales de noticias.