El refugio de las ideas


por Luis Fernández

Existe una biblioteca con un solo lector. Entre las 1953 bibliotecas populares desperdigadas por el país, la Tupac Amaru sólo lo tiene a Juan. Él no se da cuenta, pero es la única persona que evita que los libros de allí mueran de inanición.

***

La última calle asfaltada se corta en la esquina de Gastón Jarry y Manuel Passadore, en la zona sur de Castelar. La Biblioteca Popular Tupac Amaru queda a mitad de cuadra en una calle de tierra lisa y firme, que cuando llueve el acceso se vuelve complicado.
Al frente, debajo del nombre de la institución, reza un lema en letras rojas y negras: “Autogestión e Independencia”.
Por encima de los rostros de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, Carlos Fuentealba y un Che Guevara que interpelan desde la pared, la mirada grave e imperturbable del busto de quien le dio nombre a la biblioteca, el caudillo indígena y líder de la mayor rebelión anticolonial que se dio en Hispanoamérica.
Adentro, Juan lee sentado y en silencio, levementeinclinado hacia adelante y con las piernas cruzadasel comienzo de “Historias de Cronopios y de Famas”, obra surrealista de Julio Cortázar. El sol fuerte de las once de la mañana le da de lleno en su flanco izquierdo.
-Cortázar me gusta. Ya me he leído varios libros de él. Rayuela es el que más me ha gustado. 
Juan tiene un inconfundible acento tucumano. Es jubilado, tiene 84 años y la presbicia ya hizo estragos en su vista, por lo que usa unos anteojos de lente fino con montura gris y negra para leer con nitidez. Cada tanto saca un pañuelo blanco con el que limpia los lentes, se acomoda el pelo gris prolijamente atado con una colita y se rasca la barba candado.
-A la biblioteca venía a leer hace como diez años, me llevaba algún libro prestado para leerlo en mi casa, pero desde que me vine para acá leo mucho más.
Hace dos años que Juan vive en la biblioteca.Una pelea con su esposa lo expulsó de su antiguo hogar y desde entonces lee un libro por semana.
En la biblioteca hay trece estanterías catalogadas como: Historia, música, psicología, química, arqueología, pintura, novelas nacionales y extranjeras, enciclopedia universal y pueblos originarios. Juan siempre va a la de novelas.
En el televisor que está en una esquina suena, de fondo, Pasión de Sábado. Juan no puede concentrarse en la lectura y lo apaga como si fuera el dueño de casa.
-¡Juan, salí afuera que tenés clientes! 
Rubén grita desde el vano de la puerta.
Para pagar el módico alquiler que le cobran por vivir ahí, recuperó su viejo oficio de tapicero y ahora repara y vende sillas de cuero que las exhibe en el frente de la biblioteca.
Juan cierra el libro, apaga la luz y sale.

***

Al igual que Juan, a Rubén y Diego los une la desgracia. Los tres viven ahí. Los tres llegaron a “La Tupac” por situaciones límites.Mientras calienta el puchero que sobró de anoche, Rubén cuenta su historia.
-Yo vivo hace quince años acá. Estaba casado y me peleé con mi señora. Mehice el ranchito atrás porque pagué el terreno, peroun día volvía de trabajar y me quemaron el rancho y todas mis cosas.
El puchero está listo. Rubén se lava las manos y va a buscar la toalla que se olvidó en su pieza. En tres metros por dos entra la cama de una plaza, una silla que usa como ropero improvisado, una radio y unos casetes de polca paraguaya. Toma la toalla y vuelve al comedor.
Diego también llegó porque lo echaron. No le quemaron sus cosas, pero no piensavolver con su familia mientras su padre esté vivo.
-Yo estaba en el último año de la secundaria cuando me echaron. Mi papá tenía esos arranques, pero nunca pasaba de ahí, hasta que un día se volvió loco y me dijo que no vuelva más.
-¿Van a comer ustedes? Pregunta escuetamente Rubén.
Juan y Diego asienten con la cabeza. Los tres se sientan a almorzar en el comedor de la biblioteca.
Diego acerca la bolsa de pan. Una flauta para cada uno. Juan trae la gaseosa de pomelo y sirve en los tres vasos. Al parecer el puchero estaba rico. No quedaron ni los huesos.

***

Es un miércoles frío de agosto. El sol se tomó franco y arrecian las nubes grises en el cielo. Juan hace rato que está levantado y le abre la puerta a Lucas, el huertero principal del nuevo proyecto autogestivo e independientede la biblioteca. Una a una va sacando las herramientas que se van a usar para trabajar la tierra. La huerta es otra de las actividades quecomparten los moradores de la Tupac.
Lucas se llenó de mierda las manos. Tiene que desmalezar la tierra para seguir con la siembra y el excremento de animales surge entre los yuyales. 
-¡Parece que voy a tener suerte hoy, ehhh! Dispara irónicamente mostrando sus manos sucias.
Lucas es delgado y de mediana estatura.Su personalidad constante e infatigable lo hacen imprescindible en este proyecto. 
A media mañana se sumanJorge, Diego, Maxi y Facundo para ayudar a sembrar.
-Con la huerta empezamos en febrero de este año. Siguiendo con nuestra idea de autonomía buscamos algo nuevo, pensamos mucho y llegamos a esto. 
El terreno donde trabajan la huerta no les pertenece. Son 15 metros cuadrados dentro de la Base Aérea de Morón y allí tienenlechuga, acelga, rabanito, tomates y rúcula.El largo alambrado que se extiende hasta donde la vista permite ver marcan la propiedad privada en la que ingresan cada miércoles y sábado para ver germinar y crecer sus sueños.
“Del alambrado para allá hagan lo que quieran, del alambrado para acá no se metan”, les han dicho en reiteradas ocasiones militares de la Base Aérea, pero ellos nunca les hacen caso y siguen con la huerta.
-Alguna vez tuvimos la idea de levantar una pared y nos la bajaron con una topadora. 
Jorge es una de las personas que fundó la biblioteca y ya las vivió todas, entre ellas, el recuerdo de la topadora. Fue en los años en que Cristina Fernández era presidente y se anunciaba la puesta en marcha del Plan Procrear que otorgaba créditos para la construcción de viviendas. Mientras tanto, el dinero que la biblioteca invirtió en esa pared se convirtió en escombros en cuestión de segundos.
Cuatro palas de punta, una guadaña y una azada son las herramientas con las que trabajan. Golpe seco en la raíz, presión para adelante y correr la hierba a un costado. Así van desmontando la maleza. Un movimiento, casi hipnótico, que repiten los cinco al mismo tiempo.
-Hoy vamos a sembrar porotos y maíz. Con el maíz se pueden hacer muchas cosas, vamos a ver si prende.
Sesenta hoyos cavaron en la ele de tierra que habían dejado lista. Treinta para los porotos y treinta para el maíz. Dos niños, hermanos de Maxi y Facundo, se suman a la parte final de la jornada. Jorge les explica cómo sembrar las dos semillas. En unos minutos terminan de hacerlo.
Con el trabajo concluido, ahora solo queda esperar la “Sopa de la Primavera” en la que utilizarán las verduras cosechadas para darle de comer a los vecinos y contarle sobre el proyecto. Esperan que no aparezca ninguna topadora.

***

Una mesa rectangular de madera maciza atraviesa el espacioso comedor de la biblioteca, de norte a sur. Como cada lunes hay reunión de equipo para debatir los temas más importantes de la semana. Esta vez necesitan juntar fondos para pagar los gastos corrientes del lugar. Nunca aceptaron subsidios estatales.
-No necesitamos subsidios del Estado ni de ningún partido político. No queremos que nos den plata y que después nos quieran imponer cosas o nos digan qué tenemos qué hacer. La nuestra es una visión zapatista de la realidad. Por eso los talleres, por eso la huerta, por eso no recibimos nada de nadie.
El zapatismo fue uno de los movimientos revolucionarios más importantes del siglo veinte. Con el campesinado como protagonista central uno de los principios era que “la tierra es de quien la trabaja”.
Mientras la reunión avanza,Diego anota todo lo que va ocurriendo en un cuaderno Gloria. Claudia, Leonel y Jorge dominan la discusión.
 -¿Y si hacemos un show acústico y vendemos choris y birra barata como a principio de año?- Propone Claudia.
-Me parece bien, siempre rinde eso. La última vez sacamos tres lucas libres-. Acepta Leonel.
En medio de las propuestasllega Juan que había ido comprar pan para la cena. Toma una silla del montón apilado que hay en uno de los costados del comedor y se acerca al grupo. Escucha en silencio.
-Bueno ¿entonces vamos con los choris, la birra y las bandas? ¿Lo hacemos de seis a doce de la noche si les parece? -  Repregunta Claudia.
Todos levantan la mano y queda confirmado. La reunión terminó y dejó saldo positivo. De a poco van tomando sus camperas o suéteres y empiezan a despedirse. De a uno se los ve salir por el estrecho pasillo.
Adentro sólo queda Juan, que se ceba unos mates y come pan mientras lee un libro. De a ratos, levanta la vista, se queda absorto y mira sus manos como si buscara respuestas que ya no puede encontrar en los libros.