Mi tierra, mi sangre





La sabiduría de habitar el ciclo menstru-ovulatorio con conciencia y plenitud.
Un recorrido con voz propia que va del cuerpo a las raíces.

Por Melina Alderete


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CON DIRECCIÓN Y SIN CUERDA FLOJA
“La  fase folículo estimulante comienza cuando nuestro sangrado se retira. (…) Luego de menstruar volvemos a renovarnos: es como si la cuerpa reciclara la energía. Extroversión, flexibilidad, dirección, son posibles sensaciones emocionales, físicas y energéticas de esta fase,”
Curanderas: El libro de Útera

“Es horrible. Al principio pensé que era arena mojada, pero al pasar las horas me di cuenta de que era sangre.
Aún no se lo dije a mamá. Es horrendo tener esto ahora.
Espero que esto se termine pronto.”

Anoté con cautela y recelo, callándome el secreto entre las piernas, relatando en mi diario íntimo de abril del 2009 el momento del primer sangrado de toda una existencia de menstruaciones. 
Ya pasó más de una década desde la primera vez que menstrué, con vergüenza, a escondidas, y sin saber en lo absoluto qué hacer. El viaje ha sido largo hasta acá. Ahora mis libros sobre investigaciones de mujeres menstruantes o que han menstruado en algún momento de sus vidas, invaden mi escritorio casi sin dejarme lugar para algo más. Ahora, a mis veintidós, puedo decir que la cuerda del arco está tensa, que el ojo está puesto en el blanco, y que estoy segura de que el recorrido que hará la flecha al dispararse será en la dirección correcta.
Cada relato es diferente, cada forma de habitar el saber cíclico del cuerpo que menstrúa es diferente. Pero hay algo que nos une a todas las personas que sangramos por la vagina: ninguna está preparada para habitar aquella mancha amarronada que surge de repente y no sabemos hacia dónde va.
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LA PULSIÓN DE LA URGENCIA CREADORA
“Ovular hoy para mi es vivir el momento más vital de mi ciclo, siendo muy consciente de hacia dónde llevo esa energía vital creadora y a quién quiero compartirme.”
Curanderas: El libro de Útera

Todavía no son las tres de la tarde. El sol casi que enceguece al reflejarse en las paredes inmaculadamente blancas que son iguales en cada una de las casitas/departamentos que componen el terreno.
Achino los ojos para ver mejor y entonces ella aparece: pelo largo, negrísimo, flequillo corto enmarcando la cara y una ropa bastante holgada y veraniega que denota la frescura con la que Solana se toma la vida. Me saluda amorosamente, me besa y me abraza, y me invita a seguirla por el pasillo principal. 
Podría decirse que Solana De Filpo, 24 años, residente en la zona oeste del Gran Buenos Aires, es una mujer preparada: su casa supone un arsenal de plantas estrictamente empaquetadas cuyas propiedades medicinales se sabe casi de memoria. En su biblioteca abundan los libros de reiki, nutrición y neurociencias y en su cocina nunca van a faltar los alimentos naturales y las recetas de abuela. 

-Todo empezó en relación con la Tierra. Siempre tuve relación con la Tierra por parte de mis abuelas y estudiando Nutrición fui encontrando gente que se acercaba con la idea de volver a sembrar. Desde ahí se me abrió una puerta gigante que nunca más cerré.

Muchas posibilidades, casualidades o causalidades del destino fueron entrando en la vida de Solana a través de aquella puerta que permanece abierta. A los dos meses de comenzar con la huerta comunitaria que lo inició todo, una mujer que practicaba Rito de útero (práctica chamánica ancestral femenina) se acercó a Solana para recordarle que era hora de empezar a recolectar lo que ya se venía gestando hace tiempo.

-Hoy en día mi servicio está abocado a acompañar cuerpos menstruantes en los procesos creativos y depurativos basados en la terapia del ciclo menstrual y el acompañamiento de plantas. 
Las cosechas de Solana vinieron de distintos lados: desde talleres con investigadoras en pos de la soberanía del propio cuerpo y la sexualidad (como Sofía SloboParisí, la mujer creadora detrás del proyecto Mujer Pulpo) hasta libros y cursos dedicados rigurosamente al estudio de las plantas como medicina. Actualmente, todos esos saberes los pone a disposición de quienes quieran acercarse, bajo el ala del primer fruto de su propio huerto: Matriz Femenina.

-Al principio solo compartía Rito de útero y después fui mechando con ejercicios como fortalecimiento del suelo pélvico. Hasta que dije “esto tiene que tener nombre por sí mismo” y ahí apareció el nombre de Matriz, empezó su página y su lugar. 

Un salto al vacío. Cuando le pregunto sobre ese vértigo en la boca del estómago que se produce por el miedo a lo desconocido, se hace un silencio entre nosotras. Hasta que ella achina los ojos y se ríe, como quien no reacciona ante las inseguridades que están pisándole los talones, con la mirada desencajada y la boca rabiosa.

 -Cuando sé que tengo miedo, sé que ahí está mi puerta de crecimiento.- Afirma y aquellos fantasmas parecen desvanecerse en el aire.- Al miedo lo veo como un parásito. Entonces me nutro de las plantas para obtener claridad y desparasitar. Las plantas son muy sutiles al momento de hablar, pero te traen quizás personas que te cuentan algo, y a vos te resuena, y ahí la planta te susurra. Es un poco entrar en el mundo de la magia también. Y la magia está en íntima relación con la ovulación: cuando ovulamos, el ovocito se expulsa del ovario y es captado por las trompas. Pero hay un espacio de vacío allí en el medio, un espacio en el cual suceden cosas que nos impulsan a crear eso que está disponible hoy.

Ese lugar donde lo etéreo se hace corpóreo puede sonar como un espacio alejado o imposible. Pero la realidad es que habita, literalmente, dentro de cada ser. Durante la fase ovulatoria se tienen las herramientas para crear lo que se desee. 

-Creo que una fase ovulatoria plena es…-Un silencio que no resulta incómodo se instala en la habitación.-Es verme hoy como mejor versión y ver qué puedo hacer para mejorar esa mejor versión que ya soy. No hay que salir a buscar lo que todavía no tengo. Porque la energía que dispone el ovocito cuando sale son entre 12 y 24 horas. Entonces es hoy. Es presente pleno.

Solana y yo sonreímos conectadas por las pupilas de la otra como quien descubre la ley universal y máxima que hace ser a todas las cosas. 
El grabador se apaga y la luz del sol baña las paredes por completo.

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LA CURANDERA Y EL SABER SER NIDO
“La etapa premenstrual es un período de cambios, de intensidad y descarga de energías, que remite a la sabiduría de la mujer-medicina, sabia conocedora de las propiedades curativas de las hierbas medicinales.”
Manual introductorio a la Ginecología Natural
Pabla Pérez San Martín

Ha sido un recorrido denso. La mañana se me pasó entre combinaciones de trenes y colectivos. Pero finalmente he llegado. Es la 1 de la tarde y me encuentro frente a un edificio pintoresco, de esos que denotan años de historia, propios del centro de la Ciudad de Buenos Aires. Paredes naranjas, rejas negras y flores y macetas coloridas que adornan la fachada de las ventanas. Lo primero que veo son sus borcegos y calzas negras bajando la escalera. Me recibe con un abrazo cálido y una sonrisa de oreja a oreja.
Una vez adentro, nos dirigimos hacia la habitación más tranquila de la casa. Almohadones coloridos sobre el suelo, macetas, mesas pequeñas con velas aromáticas nos acompañan en esta visita. Anabela Musante, terapeuta menstrual, la pequeña gigante de 28 años que dejó el campo y se vino a la cuidad y hoy está detrás del proyecto Útera Menstrual, me invita a sentarme mientras se dirige a la cocina a poner la pava. Le hago caso y, a su regreso, entre mate y mate, el tiempo parece detenerse.

-Mi primer acercamiento con la sabiduría cíclica fue cuando dejé la facultad. Estudiaba actuación, estaba a pocas materias de recibirme, pero me di cuenta que ya no era feliz, no sentía placer. Entonces la dejé, estuve un año buscándome y ahí comenzó mi investigación menstrual. Empezó todo como un proceso de reconexión con mi propia ciclicidad, una especie de trabajo de hormiga conmigo misma, que luego abrí para compartir con otras personas.

Ni la propia Anabela se imaginaría que abrirse, compartirse, entregarse a otras personas y ayudarlas a hacer lo mismo, sería algo que la llenaría tanto tan solo un par de años después.

-Luego de formarme como terapeuta menstrual con Zulma Moreyra me tomé un tiempo para procesar todo y apropiarme, hacer propio todo lo adquirido. Y Útera aparece como un espacio para escribir lo que tenía ganas acerca del ciclo; una compañera que me ayudó a dejar de hacer lo que ya no quería hacer para hacerme cargo de mi deseo.

Y como fruto del deseo nació su primer libro “Curanderas”, que hoy es la puerta por la cual muchas personas menstruantes inician el viaje de reconexión con su cuerpo que cicla. 

-Entendí que escribir es una herramienta/arma que me funciona muy bien para destruir lo que me hace mal. La verdad es que nunca me vi escribiendo. Pero escribir se transformó en una pieza fundamental sin que yo le haya dado ese rol.

“Una parte humana, otra parte Diosa”. Así describe su autora en “Curanderas” a la mujer que habita la premenstrualidad con consciencia y plenitud. Una bruja ermitaña que no tiene miedo, que confía, que cree.

-Cuando escribí el libro estaba premenstrual. De hecho, creo que escribo mejor en la premenstrualidad que en cualquier otra fase. Porque es una escritura cruda, directa, menos mentirosa, honesta. Soy una mujer cis y escribo desde ese lugar, me hago cargo del espacio que ocupo y soy consciente de que es un lugar sumamente cómodo y privilegiado, y que no todas las personas pueden decir lo mismo. Por eso intento salir de mi propia experiencia y escribir utilizando un lenguaje más inclusivo.

Anabela es una mujer que tiene empatía. Una mujer que escucha, que sabe, aprende y comparte. De hecho, es su libro uno de los pocos que tratan el tema del ciclo menstrual-ovulatorio desde una perspectiva no cis-sexista, dejando de lado la falsa concepción de que menstruar es (como ya hemos visto en eslóganes de toallitas comerciales hasta el cansancio) “cosa de mujeres”.
El mate se enfrió. Hacemos una pausa para renovar las aguas y las yerbas. Miro a mi alrededor mientras la dueña de casa se ausenta. Muchas lunas de diversas formas: tejidas, dibujadas, pintadas. Anabela es una mujer consciente de su ciclicidad y la celebra.  Es precisamente en la consciencia de su saber ciclar que radica su poder. 

-Intento cuidarme mucho, darme lo que necesito en cada fase. La etapa premenstrual podría decirse que es mi favorita, porque es el momento en el que bajo el ritmo, me permito cosas que en otras instancias no me permitiría: mando más gente a la mierda, escucho mis miedos y mis angustias para guiarme en lo que tengo que trabajar, estoy más presente conmigo para así hacer de esta etapa una fase amorosa.

“Florecer en el placer” canta la banda argentina Fémina, aliada imprescindible para la reconexión con la matriz y la nutrición del amor propio. Y pareciera que por primera vez termino de entender del todo esa frase tan poderosa.

-Hay que conectarse con el placer  sutil y cotidiano, el que nace de habitar las emociones y ser pacientes. De eso se trata el “hacer nido” al fin y al cabo-Confiesa y de repente se le ilumina el rostro-, de generar espacios de placeres cotidianos a través de aromas, sonidos, texturas, que nos permitan darnos amor y hacernos amigas de esta fase. De dejar de ponernos en pos de otra persona.  Hay que romper la premisa de que tenemos que ser productives todo el tiempo. Tenemos nuestro propio ritmo. Ya es hora de que nos hagamos cargo de eso.

Doy el último sorbo de mate y se lo paso a la cebadora. Nuestras manos se rozan por un breve instante. Sus ojos de curandera sabia se clavan en los míos. No puedo evitar abrazarla al salir de la casa.
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NOMBRAR LO QUE NO SE NOMBRA
“El silencio sigue siendo la regla cuando de menstruaciones se trata.”
Mi sangre,
Élise Thiébaut

“Cuirtana” decía el timbre (un juego de palabras en relación al nombre de la calle Quintana y la identidad Queer) y entonces supe que era el lugar.
 A medida que vamos adentrándonos en la casa, el silencio reina por sobre todas las cosas. A excepción de uno de los cuartos a los que entramos primero, el estudio, en el cual se encuentra una chica con voz de sirena ultimando los detalles finales de una canción que produce Piube.

-Vivo de la música. Soy compositore, productore, profe, DJ.-Se define haciendo énfasis en la letra “e” que explicita su identidad no binaria.

Estamos en la cocina. Piube despide a la cantante sirena y se dispone a preparar mate. En las paredes se leen diversos stickers con mensajes disidentes como “Lxs pibxs trans y NB también abortamos” que indican la militancia para destruir la cis-norma (conjunto de normas que sostiene que las personas se dividen en hombre y mujer, con roles de género determinados) que lleva adelante con un intenso fervor. Más adelante se vislumbra una Gilda empoderada, rodeada de flores a forma de estampita religiosa, coronada con la premisa “Invocar la pasión”.
Está claro que Piube, 25 años, persona trans y no binaria, es alguien que va de frente con lo que siente. Por eso cuando empezamos a hablar de lo que significa para elle la menstruación y, más precisamente, la menstruación trans (tan acallada e invisibilizada en la sociedad e incluso dentro de algunos sectores del feminismo) no duda en dar definiciones como:

-Me enteré de lo que era la menstruación porque mis amigas del colegio empezaron a hablar un día de que les salía sangre por la concha.-Y se ríe haciendo que se levanten los anteojos de su nariz.-Y a mí me dio miedo. Fui llorando a decirle a mi mamá. Pero cuando a mí me pasó, alrededor de los 13 años, fue como “ah bueno, es esto”. Y mi vieja me dio una toallita y ya está. Pero actualmente tomo a la menstruación como una especie de aumento de lupa, que pone el foco en aquellas emociones que se exaltan más al menstruar. También aprovecho para descansar, para permitirme dormir más, darme lo que necesito sin justificaciones.-Sorbe el mate, ceba de nuevo, me lo acerca y hace una pausa.-La menstruación es un período de introspección.

El celular de Piube vibra y alumbra su bolsillo. Me pide disculpas y explica que está muy solicitado a causa de su trabajo en la música y también por ser el cerebro detrás del Ciclo AntiCisHeteroNorma. Convirtiendo su vida en su causa (¿Acaso puede ser de otra manera?) Piube lucha por la inclusión de personas trans en un espacio en el que su presencia fue históricamente negada: el micrófono.

-Es un Ciclo que fue creado para incluir a gente no cis y/o no hetero en los escenarios. Básicamente se trata de visibilizar. Nuestra lucha es visibilizarnos porque hay mucha gente que no sabe que existimos. Y también hay gente que nos ve y niega nuestra existencia porque insiste en que “somos una moda”.-Explica haciendo un guiño al Feminismo Radical Trans Excluyente.- Entonces el Ciclo sirve para dejar una marca.

Está claro que para Piube, visibilidad y empoderamiento son caras de una misma moneda. Nombrar lo que ya existe, echarle luz a lo que siempre fue ocultado es fundamental para une pibe que le pone el cuerpo a su filosofía.

-Menstruar es algo natural. Creo que el llenar de tabúes la menstruación es parte de una lógica en la que el hombre puede hacer cualquier cosa que quiera, mientras que las demás identidades tienen que ser siempre limpias, mostrarse de determinada manera, etc. Por eso creo que la lucha por la resignificación de la menstruación de la mujer en sí, dentro y fuera del feminismo es algo que va a dar lugar a que se considere que otras identidades tienen menstruaciones también.

Sin embargo, no es lo mismo el acto de menstruar para una mujer que para una persona trans. Actualmente, la sangre que corre por las piernas de quienes se escapan a la norma, siguen sin aparecer en los libros, las publicidades de toallitas, e incluso es tratado muy pocas veces de manera correcta en los medios de comunicación.

-Hoy por hoy no hay muchas opciones para la contención de la sangre menstrual para las personas trans. Las toallitas no se pueden adaptar a los bóxers, ni las industriales ni las de tela. No se pueden abrochar las alas en mi ropa interior. La copita, para mí, no es una opción de mi agrado, así que simplemente dejo que la sangre caiga. Uso un bóxer que me sea cómodo y libero la sangre ahí. Al principio tenía mucho miedo de mancharme, que me leyeran en masculino y vean que estoy menstruando. Pero después dije “¿qué puede pasar si se ve mi pantalón de varón manchado de sangre menstrual?”. No se iba a acabar el mundo. Después de todo, solo soy yo tratando de vivir mi sangrado de la forma más natural posible.

El sol se va despidiendo de la tardecita en el oeste. Las suculentas de la ventana aprovechan los últimos rayos. Piube y yo seguimos compartiendo mates y los brownies caseros y veganos más ricos que probé jamás. Conversamos hasta que la última gota de luz se disuelve en la noche.

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UN MANIFIESTO MENSTRUAL

Yo menstrúo.
Sangre roja bien fuerte
como los gritos de mi madre al parirme
y como los míos para pelear 
contra la injusticia.
Alzo mi copa y me brindo.
Mi menstruación chorrea por el suelo.
A veces la obsequio a la vida
para que se abra camino
y nazca de nuevo.
Mi sangre es mía, pero también de la tierra
quien con su útera de madre creadora
me acompaña en cada paso, en cada luna.
Yo autogestiono mis ciclos.
Yo me conozco por mis latidos.
Mi sangre me anuncia y me enuncia
y a través de ella me descifro.
Todos los meses, un rito.
Cada día que pasa, un cariño.
Porque de odiarnos ya tuvimos suficiente
y ahora solo queda querernos,
aceptarnos, amarnos, por voluntad propia.

Lo prohibido siempre sangra, 
Melina Alderete

Anoté con orgullo y el pecho inflado de amor propio, con mi sangre abriéndose paso entre las piernas, relatando en mi diario íntimo de mayo del 2019 el momento del primer sangrado consciente de toda una existencia de menstruaciones plenamente habitadas.