El arte de ser freelance


Se convirtió en una de las palabras más comunes y en uno de los oficios más demandados. Muchas personas sin títulos superiores son sus propios jefes. Trabajan de día o de noche y son horarios fijos. Parece un plan perfecto. Ser freelance, el sueño que se vuelve real.


Por Nadia Aparicio


Se trata de trabajadores independientes que ofrecen sus habilidades para empresas o personas. Bill Gates no se equivocó cuando en 1996 pronosticó que gran parte del dinero se haría en Internet. En la actualidad, vemos los resultados. Los freelance van ganando terreno. Se pueden encontrar trabajos como programador, diseñador gráfico, traductor, redactor de contenido, fotógrafo, vendedor, periodistas y hasta inclusive como profesor de clases particulares. Y todo esto desde donde quieras: la casa, un café, la plaza. Cualquier lugar donde haya wifi.

Una taza de café sobre el escritorio al lado de su tablet y su lápiz digital son suficientes para que Leandro se sienta como en casa. Y es que está en su casa. Trabaja como freelance hace siete meses. Se arriesgó a dejar un trabajo en relación de dependencia y le fue bien.

“Lean” tiene 28 años y es animador freelance en publicidad. Él se encarga de darle vida a dibujos estáticos. Es de estatura mediana, pelo negro y corto y ojos marrones. Tiene una barba no tan importante y una risa que atraviesa las paredes. Dice no tener talento pero la demanda de su trabajo lo contradice.

Se levanta todos los días a las nueve de la mañana y, de forma automática tantea en su casilla de correos si recibió un mail con una propuesta de trabajo o si tiene que corregir otro, sino, está a la espera. No es bueno para administrar sus tiempos, a veces, suele tomar tres proyectos por día y llega a trabajar 12 horas seguidas. Pero hace unas semanas, decidió relajarse un poco porque, de tanto trabajo, había perdido la facilidad para dibujar.

A los 26, decidió ponerle freno a su carrera de diseño gráfico en la Universidad de Buenos Aires y comenzó a subir en sus redes animaciones de tres segundos por mero hobby.

—No sabía que se hacía animación en Argentina.

Yo de chico veía los dibujos y decía: esto se hace afuera pero ¿te pagan por esto?

Para su sorpresa, lo contactaron a través de Instagram para trabajar en un estudio de animación en Palermo.

Su rutina era de 10 a 18. Un espacio de trabajo ameno. Sus jefes se convirtieron en sus amigos y le enseñaron casi todo lo que sabe, el resto es talento. Leandro tenía su computa- dora exclusiva desde donde animaba. Al estudio, llegaban proyectos de publicidad para Coca-Cola, Chevrolet, LolaPalloza y para hacer videoclips de bandas musicales.

Hasta ese momento, no sabía lo que era ser freelance.

—Tenía una vaga idea. Me lo contó un productor, ahora amigo mío. Me dijo que yo no debía quedarme estancado en un estudio sino que tenía que salir al mundo y que la única manera era ser freelance.

Mientras cumplía con su horario laboral le llegaban propuestas de trabajo impensadas como publicidades para Google y para el dibujo animado “Ben 10 “ que lo endulzaron. Pasaron dos años y Leandro se decidió.

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Cada vez más argentinos eligen trabajar como freelance para el exterior a causa de la inestabilidad del país. La oferta de empleo es cada vez mayor y el monto aún más atractivo: cobran en dólares y sin moverse de su casa. El promedio de cada trabajo es de 205 dólares siendo el área de ingeniería el mejor remunerado. Le siguen la redacción y traducción, la tecnología y programación, el diseño y multimedia, entre otros.

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Un día lluvioso y después de la merienda, Leandro habló con sus jefes:

-Creo que mi tiempo en el estudio llegó a su fin.

-No —dijo sorprendido uno de sus jefes.

—¿Por qué crees eso?

—La verdad es que quiero pasar más tiempo en mi casa. No estoy compartiendo nada con mi familia. También quiero descansar.

—Te vimos cansado.

—Es que estuve haciendo un par de trabajos freelance.

—Nosotros ya sabíamos que te ibas a ir. Por lo general cuando pasa esto, siempre te hacen una contraoferta de sueldo para que te quedes pero no podemos pagarte lo que real- mente tenes que cobrar- Le dijo su jefe, hoy su amigo, con ojos vidriosos.

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Su primer día como freelance fue al mes y medio de haber renunciado a su empleo formal. Lo contrataron para una publicidad de una empresa de delivery muy reconocida en Argentina. A partir de ese momento, le llovieron los trabajos. Entre otras empresas, lo contrató Cartoon Network para los comerciales de todos sus personajes. También, trabajó para MTV y en la actualidad firmó un contrato con un estudio para colaborar en una película para Netflix.

Sin embargo, tuvo que rechazar varios trabajos, pero hay uno del cual se arrepiente hasta hoy de no haber aceptado. -Me llamaron para una publicidad de la película de Spider Man donde el presupuesto estaba jugoso pero tenía ese miedo de amateur que no sabía si llegaba o no y terminé rechazándolo. Luego lo vi por otra persona que lo realizó y era para aceptarlo.

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Franco tiene en sus manos un papel fotográfico. Lo coloca en la impresora, camina hacia su notebook y hace un click. A los segundos, aparece una impresión casi perfecta. Así, muchas veces más.

De estatura mediana, delgado, ojos verdes, pelo negro y con rulos, Franco tiene 23 años y dejó en stand by su carrera de diseñador web para ser un trabajador freelance. Pero no se dedica a la informática ni a la programación. A pesar del avance tecnológico a nivel mundial, muchas personas prefieren mantener las fotografías en papel. Y Franco se dedica a imprimirlas.

Todo comenzó en junio de 2016 cuando le imprimió un póster a su amigo. Luego, una chispa en él se encendió y se dedicó a venderlos. Así, pudo juntar sus primeros $100 en una semana. La gente empezó a recomendarlo y a pedirle fotos. Ahora, tiene un equipo que trabaja junto con él en su nuevo emprendimiento: “Estudios Luciérnagas”.

Su habitación es un mini estudio gráfico. Su computadora está encendida todo el día con el WhatsApp web desde don una mesa alargada, papeles tirados en el suelo, varios pósters con frases motivacionales pegadas en la pared y una pila de pedidos para entregar. Un sofá cama y un sector de merienda funcionan como su descanso cuando el trabajo lo desborda.

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Ser freelance es una opción laboral a largo plazo. Según una encuesta de Freelancers Union and Upwork, una plataforma para trabajadores independientes, reveló que existen 53 millones de freelance Estados Unidos, 8.9 millones en la Unión Europea y 15 millones en India. Y, como si esto fuera poco, ellos contribuyen más a la economía que las industrias de la construcción y el transporte.

Sin embargo, y aunque cueste creer, esta nueva forma de trabajo tiene sus desventajas.

Un trabajador freelance no tiene derechos laborales. Muchas veces, debe pelear por el monto pactado que no le es remunerado en tiempo y forma. No tiene vacaciones pagas ni aguinaldo.

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Como todo trabajador independiente, Franco tiene horarios flexibles, tiempo para estar con su familia y libertad para él. Sin embargo, no todo es color de rosas.

Su rutina comienza cuando tantea su celular. De entre 20 y 30 mensajes de pedidos que recibe, sólo llega a atender diez.

-No se corta en ningún momento el horario de trabajo. Pueden ser las once de la noche, las siete de la mañana, las tres de la tarde y me va a llegar un mensaje de un cliente.

Franco sale de su casa a las 13 para entregar los pedidos a los distintos puntos pactados y vuelve a las 20. Sin embargo, la mayoría de las veces, la gente no respeta sus horarios de entrega y pretenden acomodarlos a su tiempo. Cuando comenzó con su emprendimiento, Franco podía dejarse manejar, pero ahora, con tantas responsabilidades, entregas y pedidos por hacer, ya no lo permite.

Suele dormir muy poco. Por la cantidad de pedidos que atiende durante el día y entrega por la tarde, imprime las fotos a la madrugada. La mayoría de las veces duerme a las 8 de la mañana y se levanta a las 10. Sabe una cosa, no puede fallarle a nadie.

-Soy freelance y tengo horarios flexibles a diferencia de otras personas pero no es tan fácil porque tengo una responsabilidad con la gente —agrega convencido.

Sin embargo, a veces no recibe el mismo compromiso de parte de sus clientes.

En una ocasión, una mujer le había encargad 50 fotos pero no las retiró. A los tres días retomó su pedido pero con la condición de retirar sólo 30. Franco le contestó por Whatsapp que las fotos ya estaban hechas así que resignada, su clienta no tuvo otra opción que pagar por su pedido original.

Como todos los días le llegan mensajes de consultas y no faltan aquellas personas un tanto distraídas con preguntas como:

—¿Cuánto salen las fotos de 10cmx8cm de $30?

También, otras dudas existenciales como:

—¿De qué medidas son las fotos de 10cmx8cm?

A pesar de la presión por cumplir con su trabajo y de las lar- gas noches de impresión, Franco se divierte un poco.

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“Una de las cosas interesantes de Internet es que cualquier persona con una PC y un módem puede publicar cualquier contenido que pueda crear”. Bill Gates lo sabía y hace más de dos décadas. ✒