Un chamán en la ciudad





El chamanismo es una actividad milenaria que se fue adaptando a los tiempos urbanos. Sebastián vive en Floresta y no se viste con plumas ni se pinta la cara, pero supo cómo fusionar la vida en la ciudad con sus prácticas espirituales.

Por Luciana Pastoriza


La habitación era amplia y olía a algo dulce, penetrante, pero a su vez soportable. Las paredes eran blancas y en una de ellas, una ventana conectaba con el patio. En algún lugar de ese cuarto, un palo santo estaba prendido. Es una especie de sahumerio, pero más grueso y es utilizado por muchas personas y en diversas ocasiones, pero muy pocos conocen su origen y función. Éste surge de los árboles que han muerto de forma natural y se necesitan alrededor de cuatro años de un proceso alquímico para que la madera adquiera características aromáticas y curativas. A lo largo de los años fue muy utilizado por los Lengua-Maskoy, una tribu indígena oriunda de Argentina- Paraguay y Bolivia para los rituales chamánicos, como una forma de alejar a los malos espíritus de las viviendas por el humo que se desprende de él.

En un rincón de la habitación, sobre una silla, había dos maracas. Una de color marrón, de textura similar a la madera, rellena de semillas. La otra era un poco más larga y combinaba los colores celeste, rojo y negro. De la punta se desprendían tres plumas. En el centro del cuarto, arriba de una mesa redonda, había una botella de vino. En el orden natural de las cosas, cualquiera creería que esa noche de viernes, ahí se estaba preparando una fiesta común, con invitados convencionales, para tocar música y tomar, pero no. Los rituales chamánicos escapan de la cotidianeidad de los tiempos. Aquella noche de viernes, cuando el reloj marcó las ocho, salimos al jardín y dimos comienzo a un ritual de agradecimiento a la Pachamama.

De aquél ritual participamos cuatro personas. Entre ellos, Sebastián, el chamán y aquellos espíritus que por bondadosos o aburridos decidieron acompañarnos. Sebastián tiene 23 años y lleva una vida similar a la del común de la gente. Trabaja para una empresa de salud y sus tareas van desde liquidar sueldos hasta pagar los servicios. Hace poco más de dos meses, terminó un curso sobre arquitectura sustentable y ahora se encuentra realizando otro de formación sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y Cooperación Internacional, dictado por la ONU. Vive solo, en su departamento de Floresta y es un apasionado protector de los recursos naturales del Planeta.

Aquel viernes de agosto cada uno tenía un plato con distintos alimentos. Algunas de las ofrendas fueron el vino, semillas, frutas, pan y arroz. Hacía frío y estaba oscuro. Sebastián, fue el encargado de guiar el ritual; pidió que nos acomodemos en ronda, que cerremos los ojos y que intentemos concentrarnos para sentir. En el medio había un pozo recién cavado. Iluminado por la luz de una linterna, se observaban las lombrices inquietas entre la tierra removida. Al compás de las maracas, comenzó a cantar para convocar a su espíritu y a los espíritus de las direcciones. Del norte, al colibrí; del Sur a la Serpiente; Del Este al Aguila y del Oeste el Jaguar. Luego, se dio comienzo a la ceremonia y de repente, solo hubo un silencio profundo. Pasados unos minutos, cada uno arrojó un poco de cada alimento, seguido de un sorbo de vino. Al final, lo hizo Sebastián, quien agradeció con una reverencia.

—Ahora lo tapamos— y cada uno tomó un pedazo de la tierra húmeda y así, la tierra volvió con la tierra.

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La palabra chamán procede del lenguaje de los Evenki, un pequeño grupo de cazadores y pastores de Siberia. Significaba “el que puede ver en la oscuridad”. Desde una perspectiva amplia, se puede considerar chamán a todo aquel que preste atención a su espíritu y viva en consonancia con él. En cambio, desde una postura más técnica, el chamanismo es un método de interpretación de las energías del planeta, es decir, un interlocutor entre el mundo espiritual y el mundo físico. De esto último, se desprende la importancia de las energías, la naturaleza y por sobre todo de los propósitos que son los que guían las acciones y las emociones.

El investigador Roberto Busto, en su libro “Brujos y chamanes”, sostiene que existen cuatro tipos de órdenes de reclutamiento: Los chamanes de nacimiento, los que lo heredan de la familia, los que resultan de una enfermedad profunda y los que son promovidos, a través de otras fuentes, hacia el conocimiento fidedigno. Sebastián tiene tan solo 23 años, pero desde hace tiempo que incursiona dentro del mundo del chamanismo. Bien podría considerárselo como perteneciente al cuarto orden.

Sus inicios se encuentran en la temprana edad de los 18 y se deben a una amiga de su abuela que lo invitó a practicar control mental, con el Método Silva, una escuela de línea hindú, basada en el hatha yoga. En otras palabras, según la profesora Martha Pugliesi, quien se encarga de enseñar el método hace 35 años, control mental es un tipo de meditación que tiene la particularidad de considerar al cuerpo como elemento de conexión con el universo. Yoga significa unión y hatha significa cuerpo. A partir de la meditación, el cuerpo se convierte en el medio para entender el mundo porque a éste no se lo entiende a través de la razón, sino a través de las sensaciones de la vivencia.

Un tiempo más tarde, mientras realizaba depósitos desde la página del banco, le apareció la noticia sobre un curso de Vidas Pasadas, en el que se aprendía a hacer regresiones. La regresión es un método a partir del cual, las personas en estado de inconsciencia viajan a sus otras vidas para resolver problemas inconclusos. Se anotó y le gustó. Allí conoció a varios compañeros que lo llevaron a incursionar en el mundo del chamanismo. Comenzó las prácticas en 2015 y en septiembre del corriente año recibió su diploma que certifica que completó el curso de tres años en Iniciaciones Chamánicas avanzadas y curación Chamánica, de la fundación de Estudios Chamánicos fundada en 1985. Su último viaje junto a otros chamanes fue a Sierra de los Padres, en donde aprendieron a realizar desposesiones espirituales. En esa ceremonia, contaba, fueron utilizados varios objetos.

—Las maracas y el tambor, hacen que las ceremonias sean más gratas. Sirven para que se mantenga la energía, para que aumente, pero en sí, son decoración. Lo que importa en chamanismo es la intención.
— ¿A qué te referís con intención?
—Son las energías. Las ganas. Si la intención es fuerte, el propósito se alcanza. Obvio que hay formas y maneras distintas de hacer las cosas para que tengan mejor resultado, pero la intención es lo más importante.

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 El chamanismo tiene secretos que, como tales, no pueden ser revelados. Sebastián, al igual que el resto, debe cumplir con un contrato de confidencialidad, ya que según refiere, de lo contrario la información sobre los rituales, podría ser utilizada para fines equivocados. Las prácticas chamánicas cuentan con un amplio abanico de finalidades. Puede ser utilizado para la sanación de los cuerpos, para limpiar energéticamente los espacios, o para guiar a las almas perdidas, entre otras.

—En los rituales chamánicos nos conectamos con los espíritus del mundo de arriba y del mundo de abajo. Los espíritus del mundo del medio son las almas en penas que por alguna razón no pudieron liberarse. En todo caso, nosotros tenemos que intentar liberarlas. Solucionar aquello que no los deja partir.
— ¿Son malos?
— No sería esa la palabra. En ese mundo hay sufrimiento y por eso, algunos espíritus son capaces de ocasionar daño, tanto involuntario como voluntario. No son malos, sino que son almas perdidas que necesitan ayuda.

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El chamanismo urbano es una adaptación a estos tiempos. En el pasado, los rituales eran presididos por los caciques, que eran las figuras de poder en los distintos grupos. La imagen del hombre semidesnudo con plumas en la cabeza y con el rostro pintado, difiere de lo que ocurre hoy en día, a pesar de que en algunas prácticas todavía se utilizan objetos como tambores, maracas, capas o máscaras de colores.  El autor del libro Conversaciones con el Águila, Diego Vartenian, explica que hacer chamanismo en la ciudad, con toda la confluencia de energías que eso implica (por el amontonamiento de gente y la excesiva cantidad de antenas), requiere de mayor concentración pero que no lo vuelve imposible.

Sebastián aclara que en el chamanismo originario se necesitaba de los elementos del planeta como requisitos fundamentales. El fuego, el agua, el aire y la tierra eran los grandes pilares para la conexión del cuerpo con el alma. Con el paso del tiempo, esas premisas debieron ser re- adaptadas y hoy se considera que el chamanismo es la interpretación de los elementos y las energías en el lugar de residencia. Las fuerza de las intenciones al momento de realizar rituales se mantuvo reticente a los cambios.

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Agosto es el mes de la Tierra. Con diferentes nombres y de diferentes formas, a lo largo de la historia, muchos grupos se organizaron para rendirle honores y los chamanes no quedaron ajenos a ello. El día de la tierra, Madre Tierra o Pachamama, para los chamanes, es una celebración que dura todo el mes. Por eso esa noche de viernes, nos reunimos en su honor. Sebastián, el chamán, dijo una oración en la que el mensaje fue que a ella le debemos todo.

Esa noche de viernes, las maracas tenían un ruido armónico y constante. Además, se escuchaba el viento y se olía la lluvia. Una vez finalizado el ritual, todos abandonaron el patio y se dispusieron a entrar otra vez a la casa. La Pachamama había sido la gran protagonista de la celebración y el interés estuvo puesto solo en ella por un poco más de media hora, los tiempos en la ciudad son rápidos y hubo que volver a la rutina.