Pesadillas del más acá




Abrir los ojos en medio de la noche, intentar moverse, gritar, pero todo resulta imposible. Crónica del horror que viven las personas con parálisis del sueño.

Por Belén Mogno



Los seres humanos podemos vivir en dos dimensiones: una de ellas es cuando estamos despiertos, en nuestra vida consciente; otra es cuando dormimos, y en especial cuando soñamos. Los sueños son como ventanas a distintos mundos donde la realidad se mezcla con la fantasía y la imaginación puede volar sin límites. Si hay posibilidad de recordarlos, los sueños pueden ser una de las experiencias más placenteras en las que las personas pueden conocer lugares fantásticos o ver criaturas que sólo existen en los cuentos. Aunque también pueden transformarse en pesadillas con seres aterradores que atormentan hasta que uno consigue despertar. Sin embargo, existen pesadillas que traspasan el inconsciente. Y de pronto, el velo que separa la realidad de la imaginación se rompe, y los monstruos de los rincones de la mente aparecen y parecen ser auténticos.
Les pregunto a las lectoras y los lectores, ¿alguna vez se despertaron y se dieron cuenta de que no podían moverse, ni gritar, y que una fuerte presión en el pecho parecía cortarles el aliento? ¿alguna vez abrieron los ojos mientras dormían y vieron sombras extrañas o sintieron que una presencia aterradora los observaba? Ese estado que se asemeja a estar despierto en una pesadilla es un fenómeno muy antiguo, cuyo nombre se conoce gracias a los testimonios de las personas que lo viven y lo sufren: Parálisis del sueño.
— Siempre me pasa de la misma forma. Son tres pasos: sueño, pesadilla, parálisis. En ese orden, siempre. Un sueño normal como el que tienen todos, un viaje, una situación con algún amigo. Ese sueño siempre se convierte en pesadilla de un segundo al otro y cuando me despierto de esa pesadilla tengo una sensación de muerte que me recorre todo el cuerpo. Esta es la experiencia de Leonel Castro, un hombre de 27 años que padece parálisis del sueño desde el 2015. Y cuyos episodios son cada vez más aterradores a medida que pasa el tiempo.
El primer encuentro con Leonel fue durante una tarde de fines de junio en su casa. La conversación tuvo lugar en el comedor sentados en unas sillas de plástico blancas alrededor de una mesa de madera. Su personalidad extrovertida y el poder de su memoria ayudaron para que pudiera narrar con sumo detalle las experiencias de parálisis del sueño que vive.
Durante su relato el joven manifestó con su cuerpo la desesperación y el miedo que lo invaden cada vez que sufre un episodio de esta patología. Sus manos temblaban como si el frío que reinaba en el exterior se hubiese colado por la ventana del comedor; un sentimiento de angustia entrecortaba su voz, la chispa de sus ojos marrones se había apagado y el nerviosismo lo hacía pasarse la mano por su cabello enrulado con una frecuencia casi ininterrumpida. 
Los terrores de los despertares a medias de Leonel siempre eran sombras siniestras, negras, altas y sin forma definida que lo rodeaban como si quisieran atraparlo o que vagaban por su habitación como almas en pena. Sin embargo, durante una noche de intenso calor en noviembre del 2017, las criaturas infernales adoptaron un rostro e hicieron que Leonel viviera el episodio más traumático de todos.
— Soñaba que me subía a un colectivo con alguien, hasta ahí era un sueño normal. Después yo sentía que alguien me estaba observando. Era un policía que cuando me estaba por bajar se paraba adelante mío, abría su chaleco que estaba lleno de bombas, me miraba y me decía “vos no te vas a bajar de acá”. Ahí se convirtió en pesadilla. Me moví como un loco para despertarme y cuando lo hice vi a mi mamá. Sentí una paz absoluta. Pero cuando estaba aclarando la visión me di cuenta que esa figura que estaba al lado mío no era mi mamá y que con sus brazos con los que me abrazaba empezó a intentar ahorcarme. Yo sentía el abrazo y el ahogo en mi cuerpo y en mi cuello a la vez.
Génesis del síndrome de “la vieja bruja”
La parálisis del sueño, de acuerdo a un artículo publicado en la revista “Culture, medicine and psychiatry” es conocida también como el síndrome de Old Hag (Vieja bruja).  En la antigüedad existía la creencia de que las brujas podían paralizar a sus víctimas mientras dormían al sentárseles encima y apretarles el pecho sin dejarlos respirar. 
Los orígenes de la parálisis del sueño se remontan a 1664, cuando el profesor de anatomía y medicina holandés, Van Isbrand Diemerbroeck expuso el caso de una mujer que, al momento de dormir, sentía una fuerte presión en el pecho y no podía moverse. De acuerdo con la investigación titulada “Parálisis del sueño: desenmascarando el fantasma, exploración holística y psicológica”, la parálisis del sueño o PS (por sus siglas) es un trastorno caracterizado por un estado consciente de inmovilidad involuntaria que surge como efecto de alteraciones internas de los mecanismos del ciclo sueño-vigilia. Esto es lo que resulta interesante desde el punto de vista psicológico ya que aparece en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia.
 Las víctimas de la parálisis del sueño experimentan la imposibilidad de moverse, de emitir sonido y dificultad para respirar y se enfrentan a situaciones siniestras porque estos episodios son acompañados por alucinaciones y provocan la sensación de estar en un estado del que será imposible salir.
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Noelia no es su verdadero nombre, pero pidió mantener el anonimato y por eso se la llamó así. La mujer de 25 años se sintió prisionera de su propio cuerpo cuando en agosto de 2017 tuvo su único episodio de parálisis del sueño. Esta experiencia la marcó a tal punto que, mientras charlábamos en una de las aulas de la Universidad de La Matanza donde estudia, por momentos mostró como se le erizaba la piel al recordar lo que vivió.
—Era de noche. Estaba durmiendo boca abajo. De pronto sentí como si un gran peso se hubiera quitado de encima de mi cuerpo. Pensé que estaba soñando. Me di vuelta y sentí que había una presencia y vi que bajaba por la escalera de mi cuarto.  Era una sombra negra, larga y delgada. Cuando se dio vuelta no tenía cara. Se acercaba cada vez más a mí. Se apoyó en mi cama y de pronto estiraba lo que parecían ser sus manos, pero deformes y empezó a querer tocarme. Yo intentaba gritar, pero no podía.
Al comienzo de su relato la joven afirmó que nunca creyó en fenómenos paranormales. Su personalidad escéptica hizo que en ese momento no pudiera comprender la experiencia que había vivido con el ser siniestro que había invadido su habitación. Mientras se quitaba sus anteojos color negro para limpiar los cristales, la estudiante recordó que antes de despertarse había tenido una pesadilla en la que los instructores que la estaban capacitando para su futuro trabajo, de pronto se deformaban y comenzaban a perseguirla. Noelia se sintió como la protagonista de una de película de terror en la que una extraña y tétrica criatura intentaba atraparla en un momento especial de su vida.
Ella logró ser azafata. Esta es su vocación y el trabajo de sus sueños. Sin embargo, la presión y el descanso irregular, convirtieron su felicidad en una pesadilla que la persigue hasta el día de hoy.
—Mi sensación fue de terror. Terror como nunca sentí en mi vida. Fue desesperación. El decir hay alguien acá, se mete en mi cama y me quiere tocar.
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La parálisis del sueño es abordada por disciplinas como la neurología, la psicología y la psiquiatría. La neuróloga especialista en medicina del sueño, Stella Maris Valiensi explicó que el fenómeno puede producirse a raíz de malos hábitos del sueño, el estrés, aumento de ansiedad y cambios significativos de la vida. Más allá de la inmovilidad muscular y las alucinaciones, las víctimas de este “Freddy Krueger” que atormenta a los durmientes en el reino de los despiertos, tienen sentimientos en común: el terror, la angustia y la sensación de que los breves segundos o minutos que duran las parálisis son el instante previo a un desenlace trágico.
Leonel narró su primera experiencia en relación a la parálisis del sueño y mientras hablaba, su respiración de pronto tenía el ritmo del galope de un caballo. Los recuerdos que intentaba guardar bajo siete llaves en el cofre más recóndito de su memoria se apoderaron entonces de su cuerpo. El joven encendió un cigarrillo, se sentó junto a la ventana del comedor, la abrió y el intenso frío de la mañana se convirtió en un invitado del aterrador relato.  
—Me acosté a dormir la siesta y a los quince minutos me desperté. Me vi a mí mismo de chiquito y también envejecido. Esas personas que yo estaba viendo se ponían a caminar una hacia la otra. No podía moverme. Sentía que me estaba muriendo, no podía respirar. Pero al fin logré moverme y pude respirar.

Vencer el miedo
La parálisis del sueño no tiene una cura concreta y todos los seres humanos pueden experimentarla. Desde la medicina, el tratamiento consiste en ayudar a quienes la padecen a mejorar su calidad de sueño, a reducir el estrés y que puedan aprender a mantener la calma cuando uno de estos episodios ataca. Es importante recordar que toda pesadilla tiene un final y si se logra vencer el miedo, los demonios del mundo nocturno desaparecerán cuando llegue el despertar y vuelva a erigirse la muralla que separa a la fantasía de la realidad. 

RECUADRO 
Cuerpo inmóvil
Al dormir, los individuos atraviesan por distintas etapas. La fase en la que se producen los sueños se denomina REM (rapid eyes movements). El cerebro inhibe los movimientos de los músculos para evitar que las personas se autolesionen mientras duermen.
La parálisis del sueño ocurre al despertar durante la fase REM, lo que implica la imposibilidad de moverse voluntariamente a pesar de estar en un estado consciente.