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Mostrando entradas de octubre, 2017

Hormonas para llevar

Por Magalí Grinovero Como una postal, en una esquina arbolada de Pellegrini al 622 del partido de Morón se levanta un gran edificio rectangular con escasas ventanas que parece un bloque de concreto sucio. Centenares de hojas amarillas salpican el piso de la vereda. En la fachada, un mural con los colores del arcoíris, cada uno de ellos está representado por la silueta de una persona. Sentado en el cordón un pibe espera a su novia. Un hombre pasa silbando y lee en voz alta un cartel descolorido que dice “consultorio inclusivo”. Adentro, las paredes caen en forma de escarcha y el dispenser de preservativos está vacío. Un médico trapea el piso del pasillo enorme que conforma la columna vertebral de toda la edificación. La recepción es una habitación de un metro cuadrado, con una ventana pequeña cubierta por barrotes. —Los viernes se atienden los trans. Acá nos conocemos todos- informa una rubia platinada de unos 60 años. No levanta la mirada, está muy concentrada jugando al C

Cholita y luchadora

Por Florencia Adamarczuk La mala se tira de espaldas contra los elásticos y se da impulso: los cuerpos de mujer colisionan. Toma a su rival por las caderas y logra que la larga pollera se despliegue como un abanico color amarillo. Dos anchas piernas se descubren en el aire y las dos trenzas de la buena rozan el piso mientras la cara le hierve. El público, entre gemidos de dolor y carcajadas, disfruta del espectáculo por el que abonó 8 bolivianos: 20 pesos argentinos. *** Las cholitas son mujeres de nacionalidad boliviana, descendientes del pueblo originario coya que solía asentarse alrededor del Titicaca. Hoy habitan las altitudes de La Paz y todas hablan castellano, pero entre ellas es posible oírlas hablar en aimará. Su cabello es largo y oscuro. Lo peinan en trenzas bien definidas que les llegan por lo menos hasta la cintura. Sobre su cabeza, un sombrero con forma de hongo. Visten polleras largas de colores estridentes como fucsia, verde, dorado y azul marino. Sobre

Cuando la realidad supera al reality

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Por Nicolás López El sol resplandece y protege del crudo invierno a todo aquel que practica deporte en el Centro Deportivo Municipal de Caseros, más conocido como “CeDeM 1”. Son las 3 de la tarde y a lo lejos se distingue un hombre en bicicleta que, con campera y calzas multicolor, cautiva la mirada de todos. Sucede que la vida de Walter D’Alessandro no pasa inadvertida. Si hubiera que armar una ' bio ' de Walter para Twitter o Instagram no alcanzarían los caracteres: fue nadador, pero un accidente en la pierna le impidió seguir entrenando; devino en hiperobesidad, participó en Cuestión de Peso, bajó 86 kilos; se separó de su mujer, a los 30 se reconoció homosexual, quedó sin trabajo, fue también estrella de un submundo gay y hoy vive con su hijo y su pareja, con quien se dedica a fabricar sungas. *** Para este hombre de 52 años, el CeDeM es la unión de su barrio de toda la vida y su pasión por el deporte, que también es de toda la vida. Solo que un even

La KUKA, dos almas para Roger

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Por Florencia Bareiro Gardenal Cabecera. González Catán. 28 de junio, 6 AM. Comienza el viaje. —Y bueno esto me lo enseñó la calle ya de chiquitito, yo sufrí una violación a los diez años, me cagaron a palo y me dieron como para que tenga. Fue el dolor más grande de mi vida y la cruz que llevo hasta que me muera. Porque eso no se te borra nunca, me quemaron las partes íntimas con cigarrillo. Eran 3 y me tiraron adentro de una zanja que si tenía 20 centímetros más de agua me ahogaba. *** Primera parada. Laferrere, 6:30 AM. El interno 1054 de la línea 193 se pone en marcha. La gente espera en la vereda del frente. Una mujer es la primera de la fila. Kuka se olvida de prender la luz del cartel que indica a dónde va. Alguien se lo recuerda y ahora la palabra “Pompeya” se ilumina. Los pasajeros comienzan a subir.  Tiene unos zapatos blancos, hermosos, delicados, de taco alto, son finos. Sus piernas depiladas sólo están cubiertas por medias can can. Hace fr

El género no binario

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Por Noelia Mendilarzu Tenía el pelo corto, revoltoso. Los mechones bailaban por todos lados. Se veían libres. A veces el color era azul, otras verde y hasta violeta. La elección dependía de su estado de ánimo, nunca era marrón. Su cuarto estaba lleno de imágenes del universo, de libros donde sumergirse en nuevos mundos. Entre todos los objetos resaltaba una bandera grande, con los colores del arcoíris. Le llenaba el alma de orgullo, la sentía tan suya. Era un recordatorio. -No soy mujer ni varón. *** La identidad de género se adquiere, en principio, a través de la socialización temprana en el seno de la familia o grupo primario. Se rodea de una fuerte carga emotiva, ya que el niño y la niña dependen de los adultos que los cuidan. En la niñez los adultos no dan mucho espacio a los niños. Saturan con mensajes que configuran la personalidad: Vestite bien, portáte como una nena, ¿no querés un brillito para pintarte los labios? tomá un crayón, pinta acá. La construcció