La felicidad del country, tan sólo una fachada

(Año IX Número IX - 2009)


El nuevo film de Marcelo Piñeyro, Las viudas de los jueves, se interna en un barrio privada para delatar la hipocresía que reina entre sus habitantes. La película está basada en el best-seller de Claudia Piñeiro.
Por Daniela Ruiz Díaz

El primer country de Sudamérica fue construido en Buenos Aires en 1930: “El Tortugas Country Club”. Pretendía ser era simplemente un lugar de esparcimiento para la familia, con las condiciones adecuadas para los amantes de deportes como el polo o el tenis. En los 80 el fenómeno se expandió y en la década siguiente estos sitios pasaron a ser considerados como una alternativa residencial, una opción que la clase media en ascenso veía como la mejor elección para resguardar a su familia.

Los tiempos turbulentos de la economía nacional de 2001 dejaron sus secuelas en esos sitios que fueron abandonados por muchos de sus moradores. Simultáneamente, otros llegaban para asentarse definitivamente allí: hasta entonces, para este grupo de personas el country solo representaba una recreación de fin de semana, pero a partir de la crisis debieron mudarse al verse despojados de sus viviendas de las urbes de la Capital Federal.

Las viudas de los jueves, la nueva película de Marcelo Piñeyro, aunque no es demasiado atractiva, busca plasmar los sentimientos de quienes parecen vivir en un mundo aparte, en el contexto donde el bienestar tiembla y las apariencias tambalean al ritmo que el del propio país.

“La época en que trascurre la acción es el lejano periodo en que la enorme clase media de los Estados Unidos se matriculaba en una escuela para ciegos”. Esta cita de Tennesee Williams –tomada de su obra teatral
 El Zoo de Cristal- funciona como epígrafe de la novela de Claudia Piñeiro, el betseller que el director de Cenizas del paraíso se encargó de llevar a la pantalla grande. El film intenta retratar lo que la novela describe como la propagación de los countries durante los años del menemismo, y cómo este fenómeno social detiene su curso y se desmorona en un momento particular de la historia argentina.
La avaricia y la impostación son dos constantes en la trama. El film deja al descubierto el absurdo de creer que la abundancia y los adornos son sinónimos de felicidad. Los protagonistas son amantes de la vida ostentosa y están dispuestos a mantenerla a cualquier precio. Pero el bienestar es sólo la cáscara de una realidad ilusoria, inexistente. Apariencias, nada más.

Los countries equivalen a burbujas aislantes, que evitan contaminarse con el afuera, ese universo tan distinto, tan antagónico al suyo, pero que está ahí, a sólo unos metros. Dos realidades tan juntas pero muy separadas por la miopía de los acaudalados yuppies. Un matrimonio perfecto a los ojos de los demás es el de Tano y Teresa, encarnados por Pablo Echarri y Ana Celentano. Estereotipos ideales. Él, exitoso, seductor, buen jugador de tenis; ella, elegante, buena anfitriona, una “mujer feliz”, según la opinión de los otros. Sólo el espectador verá la realidad que la pareja esconde.

El mundo real que pretenden ignorar asalta sus vidas en diciembre de 2001. Las sombras de la inestabilidad presagian el derrumbamiento del estilo de vida pudiente. Desesperación. Vergüenza. Hay que mantener la fachada como sea. Aunque eso implique la propia desaparición.

Las viudas de los jueves (Argentina/España, 2009)
Dirección: Marcelo Piñeyro
Guión: Marcelo Piñeyro y Marcelo Figueras, a partir de la novela de Claudia Piñeiro
Con Pablo Echarri, Ana Celentano, Gabriela Toscano, Leonardo Sbaraglia, Ernesto Alterio, Juana Viale.
Estreno en salas: 10 de septiembre