Saltando las vallas burocráticas

(Año X Número X - 2010)

Falta de apoyo, obstáculos eindiferencia es lo único que reciben los atletas que entrenan en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo. Desde el Gobierno niegan la dificultad de los deportistas a la hora de utilizar las instalaciones y la falta de claridad en el otorgamiento de becas, pero muchos casos demuestran lo contrario.

Por Gaspar Grieco

Juan Jasid tiene 23 años. Todos los días se levanta a las siete de la mañana, desayuna y viaja, desde su casa de Caballito, hacia el Instituto Romero Brest en Núñez, donde estudia profesorado en educación física. Luego de presenciar clases teóricas y prácticas hasta el mediodía, aunque la mayoría de los alumnos se dirigen a sus casas o a sus trabajos, Juan se queda en el lugar. Almuerza delicias nutritivas que lleva de su casa en un tupper y se prepara para explotar su verdadera pasión: el atletismo.

A pesar de que el Instituto al que Juan asiste pertenece al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se encuentra ubicado dentro del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), un predio de 12 hectáreas donde entrenan los mejores atletas de la Argentina. Allí el pasto encandila, el sol prende fuego las pistas de sintético, el viento menea las redes de los de aros de básquet y se escucha el eco de alguna voz perdida en un horizonte lejano. Un eco hiriente que refleja soledad. El polideportivo, la mayoría de los días, está casi vacío. Al contrario de lo que se supone que debería ser un Centro de Alto Rendimiento destinado a los deportistas de todo el país, allí sólo entrenan unos pocos, que se quejan de la falta de apoyo que reciben por parte de las autoridades encargadas del lugar.

Dentro del CeNARD -más allá de las dos pistas de atletismo, la pileta olímpica, tres canchas de tenis, dos de básquet, un laboratorio de biomecánica y tres gimnasios de musculación y pesas- funciona la Secretaría de Deportes de La Nación, dirigida por Claudio Morresi desde el 2004; de quien se quejan varios atletas: “las trabas en general pasan por la parte de administración”, critica Juan, que siendo el tercer mejor corredor de 100 metros del país, con una marca de 10.69 segundos, muchas veces no puede entrenar en la pista de elite porque sus compañeros no llegan al ranking exigido para el ingreso.

Cerrojos burocráticos

Para poder entrar al polideportivo, la Secretaría de Deportes exige que el atleta tenga uncierto nivel de excelencia. Si ese deportista quiere aprovechar los gimnasios, debe superar el primer nivel y, en el caso que necesite médicos del predio, debe seguir subiendo aún más en el ranking.

“A los chicos que quieren y pueden llegar a ser grandes atletas se les niega el acceso, y uno no puede llegar a ser de alto rendimiento si no tiene una base de gente que lo ayude. Entonces, vos venís un día cualquiera al CeNARD y vas a ver instalaciones buenas, pero vacías”, denuncia Juan.

El argumento se basa en que el CeNARD, al ser un centro de alto rendimiento, sólo aloja a los mejores deportistas. Esto sería viable si en el país hubiera más clubes con instalaciones óptimas para el desarrollo de los atletas. “Hay mucha gente que está obligada a venir acá o directamente no entrena. Si vos no les das la posibilidad de ingresar, no van a poder llegar nunca”, se lamenta Juan.

Un entrenador de atletas de alto rendimiento, que prefirió que no se publique su nombre, también manifestó su crítica hacia la administración del predio. “Un sábado, un atleta mío estaba entrenando de tarde porque había trabajado por la mañana, y vinieron a echarlo con la Policía, porque en el CeNARD los horarios de entrenamiento son los mismos que cumplen los oficinistas que trabajan en la Secretaría”.

También reveló que sus deportistas resultaron perjudicados en represalia por sus críticas hacia la gestión de Morresi. “No intenté denunciar nada, me di cuenta que si quería solucionar algo, lo único que lograba era empeorar la situación de aquellos a quienes entreno”, se lamentó.

Becas ¿para deportistas?


Exigen su cuerpo al máximo. Corren hasta perder el aliento. Nadan inclusive sin poder distinguir su cuerpo del agua. Es habitual verlos cubiertos de hielo después de un entrenamiento de 4 horas para reducir las lesiones. Vomitan producto de la adrenalina y porque sube el ácido láctico de sus piernas. Sin embargo, todo este esfuerzo no es suficiente. En Argentina, es muy difícil que un atleta amateur pueda vivir del deporte.

Juan, luego de concluir con su rutina, viaja hasta Parque Saavedra donde trabaja como ayudante de entrenamiento en una escuela de deportistas. Esta actividad le produce cansancio físico, pero necesita dinero para cubrir los insumos básicos de indumentaria y alimentación que requiere cualquier atleta ya que no recibe ninguna beca de la Secretaría de Deportes.

Como en el caso de Juan, la mayoría de deportistas de nivel amateur necesitan trabajar porque no cuentan con la beca necesaria. Similar es el caso del veterano Andrés Romero, que siendo el tercer mejor corredor velocista de 400 metros llanos del país y medalla dorada del equipo de posta en el Sudamericano Universitario de Chile en 2004, jamás recibió una beca. Entonces, cuando un deportista de alto rendimiento consigue colgar en su pecho alguna medalla internacional en representación de su país, parece que sólo fuera por mérito propio.

“Tenés que conseguir algún título internacional, si querés que te den una beca desde el ámbito estatal. Eso está mal porque a los deportistas se los tiene que ayudar a llegar”, critica Juan. Pero a contramano de las quejas de los deportistas, el subsecretario de Planeamiento y Gestión Deportiva de la Secretaría de Deportes de La Nación, Marcelo Adrián Chames, asegura que “el Estado les garantiza a los deportistas las mejores condiciones para que se preparen ya que la Secretaría de Deportes recibió este año un presupuesto de 146 millones de dólares”. En este sentido destaca que “la Secretaría tiene algo así como 800 deportistas becados entre paraolímpicos y convencionales”.

Jugarse la vida por el deporte

“El deporte es salud” es una frase que se escucha a diario. Sin embargo, dentro del CeNARD, hubo numerosos casos que demostraron lo contrario: la integridad física de los atletas se vio gravemente comprometida. Una de las historias sucedió el 16 de marzo de 2009. Ese día se llevó a cabo el Campeonato Nacional de Boxeo sub 16 dentro del predio. Este evento, en el cual se podría haber evaluado el semillero de los nuevos púgiles, tuvo que ser suspendido por falta de médicos y de ambulancias.

El caso fue denunciado en el sitio www.boxeo.org.ar por el entonces juez de ese deporte Hernán Lo Iácono. Tanto el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo como la Federación Argentina de Box (FAB) no reconocieron el hecho y hasta negaron la existencia de ese campeonato.
Lo Iácono cuenta que, cuando denunció el caso al Tribunal de Disciplina para que se investigue, se le canceló la licencia que lo habilitaba a ejercer el cargo. “Me pusieron que había violado el Artículo 9.3: inconducta moral y ética, faltas al reglamento y haber hablado de una pelea tres horas antes de que comience. Yo no hablé con nadie”, critica.

Diego Palmigiano era nadador de alto rendimiento. Fue record nacional en 50 metros disciplina pecho, diez veces campeón nacional en 100 metros y aún es el dueño del record metropolitano. Pero en 1998 abandonó su verdadera pasión porque sufrió un accidente en la pileta del CeNARD: se le desprendió el cubo de lanzamiento por estar mal amurado, hecho que produjo su caída de espaldas contra el borde del natatorio.


“No se hicieron cargo de nada”, critica Palmigiano quien ganó el juicio que le inició a la Secretaría de Deportes de la Nación, a la Federación de Natación de Buenos Aires y a la Confederación Argentina de Natación. “El CeNARD todavía no pagó un peso, yo lo que cobré fue por la Federación y la Confederación. Y esto fue hace once años”, recuerda indignado.

Otra de las historias que merecen ser recordadas es la del pesista Cristian Cabello, que casi muere electrocutado cuando se acostó sobre una colchoneta electrificada por un cable pelado en el gimnasio del CeNARD en el año 2004. Afortunadamente la Secretaría de deportes de la Nación se hizo cargo de su recuperación y el deportista pudo volver a entrenar.

Indiferencia política

Desde el despacho del diputado del Partido Socialista, Roy Cortina, se envió el Proyecto de Resolución Nº 3889- D-2008 con fecha de presentación el 17 de agosto del 2008 a la Cámara de Diputados en donde se exige que se presenten informes relacionados a las condiciones edilicias del CeNARD. Este proyecto fue archivado sin recibir ningún tratamiento por parte de la Comisión de Deportes.

Aquí se solicitaba a Diputados que establezca un listado de los atletas que cobraban becas y que se informe si los deportistas contaban con alojamiento y viáticos para la competencia en el exterior. Pero todo quedó en la nada. El proyecto descansa en la oscuridad de un cajón abrigado por telarañas indiferentes.


Así, los talentosos deportistas argentinos, tropiezan con muchas piedras en el camino a su excelencia, y sus logros internacionales son fruto de una sola cosa: su sed de gloria.