No vale molinete

(Año XV Número XV - 2015)



Jugadores de madera o de plástico y está bien que lo sean. Con escaso movimiento y en espacios reducidos, similares a una mesa. Esto no es solo fútbol, es fútbol de mesa. Crónica de la Selección Argentina de Metegol y su desempeño en el último Mundial.

Por Julián Abate

En el ingreso al predio, un cartel señala la Federazione Italiana Calcio Balilla. Un micro ploteado de negro, blanco y amarillo ingresa con el equipo alemán. Los austríacos trotan alrededor de una pista. Un pequeño grupo de diez jugadores se asoma con timidez: la vestimenta los distingue entre la multitud del campo de juego. Remeras negras con la insignia “Selección Argentina” en sus espaldas y las Malvinas en el pecho. Joggins y camperas de un azul intimidante de la marca de la pipa. Capucha, auriculares, termo bajo el brazo.

Por los parlantes, una voz los invita al escenario. Forman una hilera. Se abrazan. No es momento de sonrisas. Es tiempo de seriedad, como lo indican sus rostros. Segundos más tarde resuenan algunos acordes conocidos.

Oid mortales el grito sagraaaaado – cantan con cierta molestia en la garganta.

Los claros en las gradas marcan que es un día laborable en la ciudad de Torino. Todos llevan guantes aunque no precisamente por las reminiscencias invernales del viejo continente. El cronograma indica que están a poco más de un cuarto de hora del debut. En un rincón, uno toma la palabra y se encarga de la última arenga.

— ¡VAMOS ARGENTINA! – se oye desde algún lugar del cilíndrico megaestadio.
La moneda de un euro cae del lado del número. La Argentina arranca con el pie derecho. Eligen el saque. En frente, Portugal.

—Listo
—Pronto

El Mundial está en marcha.




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El resto de la historia estará publicada en un libro de Marea Editorial. ya que fue uno de los diez ganadores de Latinoamérica del Segundo Premio de Crónica FTEM para Estudiantes de Periodismo