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Mostrando entradas de 2016

Con barrotes, sin barreras

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Un equipo de internos del Penal de Devoto adapta libros para personas ciegas. Cómo se relacionan computadoras parlantes  y bastones blancos con el centro universitario que funciona puertas adentro de la prisión. por Matías Villalba Los enormes muros que separan Bermúdez al 2600 del interior de la cárcel recuerdan a los de un castillo medieval. Del lado de afuera, bolsas de almacén repletas de comida y elementos de higiene aguardan en manos que tiemblan por la baja temperatura. El sol ya salió hace casi dos horas, pero el frío viene ganando la batalla de esta mañana. Dos elementos son necesarios luego de ingresar al pequeño hall que separa la entrada del resto del Complejo Penitenciario Devoto, DNI y obediencia a la autoridad. El reducido grupo de custodios con cara de bulldog se encarga de copiar los datos personales de los ingresantes. Los bulldogs también revisan el interior de bolsas y mochilas sin tocarlas: usan uno de esos tecnológicos escáneres que sólo habitan

Felices los niños

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Lejos quedó la investigación de Telenoche que puso a la Fundación del padre Grassi en boca de todos. Sin embargo, allí todavía residen niños que fueron víctimas de la violencia. Historias de huéspedes que recuperan aquello que alguna vez tuvieron y ya no recuerdan: la infancia. por Carolina Vespasiano Es inmenso. Miles de metros cuadrados de bosque. Árboles, varios tinglados, senderos. Un Cristo despintado, rodeado de niños, te espera en un mural de la entrada. Ya nada es lo que era. El edificio aloja un jardín de infantes, escuela, una panadería, capillas, depósitos, comedores, gimnasios y “casitas”. En las casitas duermen los bebés y los “Juanitos o Juanitas” -nenes de 6 a 12 años-, divididos en habitaciones luminosas, pintadas de blanco y de naranja opaco, con camitas de algarrobo, stickers a medio arrancar en las cabeceras, pisos de cerámica gris que reflejan la luz de los ventanales de chapa, mesas y sillitas de pino, manteles de cuerina y algunos vinilos que visten

Los pajarólogos

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por Sofía Belén Soria En medio de los gigantes de vidrio y de a cero de la Costanera Sur se asoma una reserva ecológica que parece un paisaje de Cuentos de la Selva de Horacio Quiroga. En cada rincón emerge la vida sin artificios, salvaje y enigmática. Allí  se han avistado al menos unas 250 especies de aves más un centenar de anfibios, reptiles, mamíferos y mariposas que habitan tanto en el cielo como en el agua ignorando los bocinazos del afuera. La vegetación formada por palmeras, pastizales altos y secos y árboles representa un hogar para los pájaros. Estos inquilinos construyen sus nidos en lo alto, cuanto más cerca del cielo mejor. En este sentido, no son tan distintos a sus vecinos humanos que habitan los rascacielos cercanos. Los insectos se mueven constantemente. Las libélulas anuncian con un zumbido que pronto vendrán tormentas, una araña pollito cruza ajena a las marcas del sendero dispuestas para los humanos y las mariposas permanecen quietas por un larg

Revolución agroecológica

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El crecimiento de la población, el avance de las ciudades, el abuso de agroquímicos y la falta de empleo, llevan a la casi inevitable necesidad de generar alternativas de subsistencia y opciones saludables. Como el pasto que crece entre las grietas de los muros y baldosas, cada vez más, las huertas ganan espacio en la ciudad. por Le andro Sierra En este lugar, antes había un basural. Bien al sur de Morón, en un último pedazo de territorio, la huerta agroecológica se toca con la Avenida Callao. La rodean el Ecopunto - usina asfáltica del municipio, devenido en “Gobierno de Morón”-, el vivero municipal y la estación Merlo Gómez del ferrocarril General Belgrano. Cruzando la vía ya es partido de Merlo y haciendo unas cuadras más para el oeste, La Matanza. El terreno es un préstamo: lleva consigo el alambrado invisible de la ex VII Brigada Aérea de Morón -centro clandestino de detención durante la última dictadura militar que funciona bajo el nombre de Base Aérea Militar,