Ojos saltones - Cuando es peor el remedio...

(Año IX Número IX - 2009)

La película El jardinero fiel revela el entramado de corrupción que se esconde tras la fachada de exitosas compañías farmacéuticas. Cualquier semejanza con la realidad puede no ser mera coincidencia.

Por Rocío Sánchez


Semanas atrás estalló ante nuestras narices el tema de “la mafia de los medicamentos”. De un momento para otro se destapó la olla y el aroma que comenzó a sentirse no fue para nada agradable. Allanamientos, irregularidades en el manejo de subsidios, productos oncológicos adulterados y posibles conexiones con el poder político fueron algunos de los detalles más trascendentes que se ventilaron en los medios de comunicación durante varios días. Aunque hoy la agenda mediática ya no parece ocuparse del tema, la gravedad del asunto requiere una reflexión más profunda.

Más allá de la impunidad con la que estos empresarios-mercenarios actuaron para llenarse los bolsillos sin que importase el costo, está claro que es casi imposible que la situación haya llegado a tal punto sin la connivencia de ciertos funcionarios que permitieron que esta maquinaria ilegal y asesina permaneciera aceitada y oculta.

Comerciando con la necesidad

Las corporaciones farmacéuticas negocian a nivel mundial con la necesidad de los más desprotegidos, reciben a cambio dividendos millonarios y, en algunos casos, terminan quedando como generosos benefactores de la humanidad. Esta es la tesis central de “El jardinero fiel”, film del brasilero Fernando Meirelles (el mismo de “Ciudad de Dios”), basada en la novela “The constant Gardener”, publicada por el británico John le Carré en el 2000.

La trama desnuda tremendos hechos de corrupción en donde, además de los gigantes farmacéuticos, se ven involucrados importantes miembros del gobierno de varios países. El título hace alusión a Justin Quaile (Fiennes), un diplomático británico o, más precisamente, “representante para la eficacia de la ayuda” que se desempeña en Nairobi. Él es fiel a un modelo, al protocolo, nunca se sale de sus casillas… hasta que la injusticia lo toca de cerca, cuando ya es demasiado tarde. Rachel Weiss interpreta a su esposa, Tessa, una mujer tenaz, decidida, capaz de luchar hasta las últimas consecuencias.

Al diplomático se lo muestra impasible, imperturbable, haciendo oídos sordos frente a lo que pasa a su alrededor. O no se da cuenta o no quiere hacerlo. ¿Y acaso los Estados no actúan de igual manera ante estos hechos atroces hasta que, por una situación inesperada, salen a la luz? Por su parte, Tessa arriesga su vida para desmantelar esta red de engaños, estafa y muerte.

Sin más remedio 

“El mundo es nuestra clínica”, reza el spot publicitario de una compañía farmacéutica que, frente a una posible epidemia de tuberculosis a nivel mundial, realiza pruebas preliminares del futuro medicamento salvador en África. El problema es que la empresa en cuestión no ha dado aún con la fórmula correcta y los pacientes tratados se curan de la enfermedad pero terminan muriendo por consecuencias adversas de la droga suministrada.

Seres humanos considerados prescindibles ayudan a levantar un fantástico negocio: es más económico “arreglar” las pruebas y excluir a los pacientes que padecen los efectos secundarios. Volver al laboratorio para seguir desarrollando el medicamento ideal costaría tiempo y millones de dólares, y otorgaría ventaja a otras corporaciones para desarrollar otros productos más eficaces. Hasta este punto llega el cinismo de las multinacionales señaladas eficazmente en la película, y de los funcionarios que permiten que estos empresarios abulten los bolsillos a cambio de ciertas retribuciones.

Y es que no es una cuestión de vida o muerte para ellos (muerte que ayudan a expandir como reguero de pólvora), sino de poder y dinero, o de la pérdida de ambos.

El jardinero fiel (Reino Unido/Alemania, 2005)
Título original: The constant gardener
Dirección: Fernando Meirelles
Guión: Jeffrey Caine, a partir de la novela de John Le Carré.
Con Ralph Fiennes, Rachel Weisz, Danny Huston, Bill Nighy, Pete Postlethwaite.
Editado en dvd.