Entrevista - De tal Coca tal Coquita

(Año IX Número IX - 2009)

De su madre heredó la voluptuosidad, además de esa curiosa forma de lucir imponente sin perder el brillo de la ingenuidad. Pronto la veremos en la película Mis días con Gloria, de Juan José Jusid. Pasen y conozcan a una joven actriz que sin duda comenzará a pisar fuerte en el terreno artístico.
Por Laura Culot

Cuando decidí entrevistar a Isabel “Coquita” Sarli, no sabía demasiado de su vida, más allá de que era la hija de quien inmortalizó la frase “¿Qué quiere usted de mí?”, desnuda dentro de un camión frigorífico. La mayoría de los hombres argentinos no necesita forzar la memoria para soltar el nombre Carne. Está presente, latente en la conciencia inmediata.

Contacté a Isabelita por teléfono, con la esperanza de poder vernos. Falló el intento. Estaba demasiado ocupada con los toques finales de
 Mis días con Gloria, su debut cinematográfico de la mano del director Juan José Jusid. Una película que está a punto de estrenarse. Una película difícil, según ella, teniendo en cuenta que realiza su primer desnudo, las mismas escenas de sexo que 50 años atrás inmortalizó su madre y que ahora, ella, su hija, interpreta con Luis Luque.

Sin embargo, Coquita quedó encantada con la propuesta. Los miedos iniciales desaparecieron cuando comprobó que Luque, detrás de esa cara dura, no pasaba un día sin preocuparse por cómo ella se sentía y que todo el equipo técnico se encargó de crear un ambiente cómodo y con la mayor reserva posible para estas escenas. Algo de lo que su madre no pudo disfrutar en sus tiempos de gloria.

El encuentro fallido fue compensado con una charla telefónica. Coquita me propuso que la llamara a su casa después de las 21. A esa hora me atendió una señora mayor:
 “¿Quién habla? Sí, soy la mamá. ¿Podes llamarla dentro de diez minutos querida, por favor?”. “Sí, cómo no”. Fue lo único que atiné a decir. “Soy la mamá, soy la mamá, soy la mamá” Me pesaba esa frase: ¡era la Coca Sarli! Empecé a reemplazar imágenes. Lo primero que hizo mi mente fue vestirla y, al fondo del camión frigorífico, le cayó encima la escenografía de un living. Me desconcertó algo tan simple en ella como la vida cotidiana.
Volví a llamar y esta vez contestó Coquita. Su voz no aparenta los 27 años que lleva y su físico, por las fotos que vi, tampoco. Si bien Isabel no es su madre biológica, el parecido (también en su personalidad, como voy a corroborar más adelante) desafía todas las leyes de la genética. No me pareció algo descabellado. Recordé que de chica yo tenía un rosal de flores bien rojas y mi hermana uno de flores blancas. Estaban plantados uno al lado del otro, pero cuando florecieron, el rojo tuvo flores mucho más grandes y el blanco, no era blanco. Estaba veteado de rosa, amarillo y rojo. Alguien me explicó que “se habían enamorado” y que cada una tomó lo más lindo de la otra para sí.

Hablamos de la película. Para ella había sido “
una experiencia bárbara”, tanto que si tuviera que elegir a un actor con quien volver a trabajar, no lo duda: con Luque. “Tenemos la misma complicidad de chistes, nos miramos y ya nos empezamos a matar de la risa”, explicó. Quise saber si apuntaba a convertirse en un icono sexual como lo fue su madre, pero a Coquita le interesa sobre todo “lo cómico, un estilo similar al de Florencia Peña”. Aunque todavía no tiene propuestas para TV, ella anhela que el “boom del estreno” desencadene “una movida mediática”. Por el momento, tiene proyectos de cine (que no puede divulgar).

Tras dos meses y quince días de filmación en San Luis –la película se rodó en esa provincia–, pensé que estaría esperando el estreno como un corredor aguarda la señal de largada. Muy suelta, dijo que su vida está desordenada, pero que no se desespera por tenerla bajo control nuevamente. Está disfrutando la incertidumbre de lo nuevo. Venía de trabajar cuatro años como secretaria del intendente de Vicente López, Enrique García, y el cine le torció el camino. Mientras tanto, sigue con su vida normal. En asuntos del corazón, no está de novia, pero se está “conociendo” con un vecino.

Antes de decidirse por la pantalla grande, Coquita había querido ser abogada o psicóloga: “
Nunca empecé porque tengo el carácter medio como mi vieja, ¿viste? Como que agarro del cuello a cualquiera cuando me enojo. Entonces mi vieja me decía: no, abogada no porque si tenés que defender a alguien, vas a matar hasta el juez. Y psicóloga, bueno, yo estoy más loca que la gente a la que pueda atender, así que tampoco. Ahora estoy disfrutando de esto nuevo, del cine, que es más lo mío”.

Ella, principiante en el tema de la actuación, y yo, principiante en esto de escribir. Seguramente nos volveremos a encontrar después del estreno: ella, con más certezas sobre su vida y encaminada en su carrera. Y yo, bueno, yo no soy la entrevistada.